Los verdaderos problemas ambientales

Quienes durante décadas hemos luchado públicamente en favor del cuidado del medio ambiente dominicano, y quienes trabajamos arduamente para que el país dispusiera de una Ley Ambiental para regular las actividades productivas y reducir sus negativos&#82

Quienes durante décadas hemos luchado públicamente en favor del cuidado del medio ambiente dominicano, y quienes trabajamos arduamente para que el país dispusiera de una Ley Ambiental para regular las actividades productivas y reducir sus negativos impactos ambientales, nos hemos sorprendido con la gran cantidad de nuevos ambientalistas, que, con la mejor intención, pero sin estudiar las complejidades científicas de cada tema, quieren ser voceros de una preocupación ambiental que está muy distanciada de los verdaderos problemas ambientales nacionales.

Lo ideal sería que cada ciudadano se convirtiera en un verdadero abanderado de la protección ambiental, siempre y cuando se haga sobre bases científicas estrechamente vinculadas al ambiente, como la ecología, geología, mineralogía, petrología, geomorfología, edafología, hidrología, hidrogeología, biología, botánica, geofísica, geoquímica, termodinámica y climatología.

Pero si usted no domina ninguna de esas complejas ciencias vinculadas estrechamente al ambiente, debe ser cauto al autoproclamarse líder de una lucha ambiental, con autoridad para discutirle y contradecirle a reconocidos expertos, y llegar al extremo de acusar públicamente a los expertos de ser mentirosos, traidores y canallas, por cometer el pecado de explicar convincentemente las realidades legales y ambientales de una pequeña zona del país, y luego usted rasgarse las vestiduras al ver que esas realidades que usted públicamente cuestionó y calificó como mentiras fueron asumidas totalmente por el Presidente de la República, Danilo Medina, en un amplio documento que ha de ser cátedra para la historia ambiental dominicana.

Quienes durante 30 años hemos dedicado miles de horas al estudio de los problemas ambientales sabemos bien que los verdaderos problemas ambientales del país no están en una pequeña zona de 4 kilómetros cuadrados, sino en los 48,442 kilómetros cuadrados de todo el país, comenzando con los 350 kilómetros cuadrados de la ciudad de Santo Domingo, donde no hay alcantarillado sanitario y la contaminación bacteriológica fecal que sale de cada inodoro de cada hogar va directamente a contaminar las mismas aguas subterráneas que más tarde subimos a la cisterna para cepillarnos, bañarnos y lavar los utensilios de cocina.

En Santo Domingo diariamente descargamos cerca de 7 mil toneladas de excrementos humanos que van directamente a contaminar nuestras aguas, pero muchos ambientalistas no lo quieren ver.

Y lo mismo que pasa en Santo Domingo, con la ausencia de alcantarillado sanitario, ocurre en el resto del país, ante la indiferencia y el silencio de los nuevos ambientalistas que al sentirse co-responsables de esa gravísima contaminación de nuestras aguas, prefieren nunca referirse al tema, aunque se sienten con licencia para señalar culpas ajenas y para silenciar culpas propias.

El segundo problema ambiental dominicano es la extraordinaria deforestación propiciada por los aserraderos que se multiplicaron entre 1930 y 1966, pero que nadie protestaba porque todos queríamos madera para construir nuestras casas, además de querer leña y carbón vegetal para cocinar nuestros alimentos de subsistencia.

En 1967 el presidente Balaguer prohibió los aserraderos mediante Decreto 209-67, y repartió miles de estufitas de gas para que dejáramos de usar leña y carbón, pero hoy tenemos mil aserraderos llamados “planes de manejo forestal”, y estamos produciendo millones de sacos de carbón vegetal que son llevados a Haití para exportarlos a islas caribeñas, olvidando que la eliminación del bosque reduce las lluvias, reduce los caudales de ríos, y nos deja sin agua, y por ello cada día tenemos menos agua y esa agua la contaminamos con nuestros excrementos.

Mientras busquemos las excusas justificadoras de nuestro deterioro ambiental en el pequeño patio ajeno, y no en nuestro gran patio colectivo, los problemas ambientales se irán incrementando, y cuando despertemos ya será tarde y costoso. l

Mientras busquemos las excusas justificadoras de nuestro deterioro ambiental en el pequeño patio ajeno, y no en nuestro gran patio colectivo, los problemas ambientales se irán incrementando, y cuando despertemos ya será tarde”.

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