En RD faltan 756 Centros de Atención Primaria

Uno de los propósitos del nuevo modelo del sistema sanitario dominicano, que ya tiene años en debate, es que ante cualquier dolencia, se piense primero en la Unidad de Atención Primaria (UNAP) correspondiente a su sector, antes que ir a un hospital&#82

Uno de los propósitos del nuevo modelo del sistema sanitario dominicano, que ya tiene años en debate, es que ante cualquier dolencia, se piense primero en la Unidad de Atención Primaria (UNAP) correspondiente a su sector, antes que ir a un hospital o a una clínica.

Para que esto suceda hacen falta tres cosas fundamentales: crear el doble de UNAP que ahora funcionan en el país para llegar a las 3,400; habilitar infraestructuras adecuadas, y que la gente confíe en el personal médico.

“Tenemos que construir, a nivel nacional y de manera progresiva, 756 Centros de Primer Nivel de Atención para albergar 1,772 Unidades de Atención Primaria”, explicó Carlos Alexander Suazo, director de Atención Primaria del Ministerio de Salud Pública. Actualmente hay 1,744 UNAP en 1,407 centros, de acuerdo con Suazo.

Según este funcionario, el Ministerio debe atender “la condición de las infraestructuras de estos centros, garantizar el equipamiento básico y tener el recurso humano necesario y capacitado”, y para ello, hay una serie de proyectos en marcha que incluyen la reparación de 534 centros a nivel nacional, es decir el 30%.

¿Sabe usted dónde queda su Centro de Primer Nivel de Atención más cercano? ¿Ha recibido asistencia médica allí? Si no es así, posiblemente tenga un seguro privado y, ante cualquier dolencia, acuda a su médico de confianza.

Los Centros de Primer Nivel son esas clínicas rurales, dispensarios, consultorios o policlínicas que ofrecen asistencia médica no especializada a una población concreta. Allí funcionan las UNAP, responsables de “vigilar y atender de forma integral la salud de las personas” que conviven en un mismo espacio. Cada Unidad es responsable de asistir a unas 500 o 700 familias.

Esta red atiende sobre todo a las personas del régimen subsidiado, es decir, a la población más arriesgada. Esa es la población que conoce y acude a estos centros y que, simultáneamente, vive sus precariedades.

Las limitaciones

En la UNAP en Manoguayabo, Santo Domingo Oeste, una pareja de jóvenes espera su turno ¿El motivo? Un método de planificación. Cada uno tiene un niño en brazos. Allí la mayoría de pacientes son mujeres y acuden por el mismo motivo. Un muro de más de un metro divide un consultorio en dos. Es así como la charla entre el médico y el paciente fluye y es imposible que la mujer a la que le realizan un Papanicolau no escuche la conversación de al lado. “La privacidad aquí es el mayor problema. Nosotros no podemos brindarle privacidad a nuestro paciente”, manifiesta María Arias, doctora encargada de este Centro.

Que la mujer a la que le practican este examen tan personal como íntimo tenga que escuchar las dolencias del enfermo de al lado, a cuatro metros de distancia, no es el único problema. La falta de energía eléctrica ha obligado a la odontóloga Nely Ciriaco a atender a sus pacientes sin luz. “Lo que ellos quieren es que se le resuelva”, comenta.

El Centro de Atención Ensanche Isabelita, Santo Domingo Este, presenta otro panorama más acogedor y limpio. Fue edificado hace casi dos años y tiene incluso una oficina administrativa y un área de vacuna. Pero allí también sufren apagones. “Teníamos un inversor y lo robaron. La falta de luz a veces nos acarrea inconvenientes con los pacientes asmáticos”, manifiesta Rossy Martínez, encargada de este centro que alberga cuatro Unidades.

La historia de hurtos o falta de energía se repite en otros centros como el de Puerto Isabela, en el Distrito Nacional. Allí “el agua llega a veces y los abanicos fueron robados”, cuenta el médico general Roberto Hidalgo Duarte. “Por la falta de luz no podemos vacunar. Ciertamente hay precariedades, pero nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo”, apunta.

El problema no es particular de centros de la capital. La casi totalidad de las Unidades de Atención Primaria de la región Sur, específicamente de la zona fronteriza, brindan servicios limitados debido a la falta de electricidad y carencias de insumos. En comunidades como Mella, Las Salinas, Cabral, Galván, Batey 8, Hondo Valle, La Descubierta, Elías Piña, El Cercado y Vallejuelo, entre otras, solo disponen de electricidad 3 o 4 horas durante el día e igual en las noches, afectando los servicios.

A pesar de que hay inversores instalados, éstos no funcionan debido a que hace años las baterías se agotaron y no han sido reemplazadas. Al respecto, Enriquillo Matos, director de la Regional Cero de Salud, señala que el mantenimiento de estos inversores, aunque afecta directamente los servicios de salud, no es una responsabilidad del Ministerio.

Matos comenta que el Gabinete Social de la Presidencia de la República pidió que le cedieran esta responsabilidad y que desde entonces los Centros de Atención Primaria se han quedado sin electricidad cuando las distribuidoras suspenden el servicio.

 “El problema es delicado, pues cuando un médico o el personal de salud no puede brindar los servicios que se requieren en una comunidad por falta de electricidad, la gente no entiende eso y se han dado casos de agresiones al personal”, destaca.

Carlos Alexander Suazo no puede estimar el tiempo que transcurrirá para que los Centros de Atención Primaria estén preparados para recibir a toda la población dominicana, evitando así la innecesaria sobrepoblación de clínicas.

“Transformar el sistema de salud actual no es un asunto de dos días”, se limita a decir. Sin embargo, indica que es necesario que la población entienda la importancia de las redes de atención primaria.

“La gente cree que con la implementación de estos centros perderá a su médico de confianza y no es así. Usted tendrá su médico que le ha atendido toda la vida. La idea de estos centros es que usted tenga un médico cerca para saber que todo marcha bien y no tenga que esperar meses para conseguir una cita con su doctor. La idea es prevenir la enfermedad”, apunta.

“Los equipos de las UNAP están integrados por un médico general, un personal de enfermería, un supervisor de Atención Primaria o técnico de salud familiar y varios promotores de salud”, de acuerdo al manual de funcionamiento de las UNAP.

Y son los promotores los encargados de visitar las casas para llenar las fichas familiares con las que los médicos dan seguimiento y, a la vez, promover hábitos saludables.

Santa Arcángel es una de esas promotoras. “Nosotros visitamos a los pacientes, les entregamos los medicamentos, hacemos preguntas para saber cómo funciona el hogar en cuanto a hábitos saludables y realizamos charlas”, comenta.

Asistencia diaria

Cada doctor puede llegar a atender, en cualquier unidad sobrepoblada de la capital, hasta 20 pacientes en un día. Esta red de asistencia tiene, por lo general, un cuerpo de tres o cuatro médicos generales o familiares.

Aunque las unidades no son frecuentadas por las personas que tienen un seguro médico privado, son soluciones para los que están adscritos al régimen del Seguro Nacional de Salud (Senasa).

De hecho, desde esta Administradora de Riesgo Salud (ARS) informan que cada subsidiado recibe antes que el carnet de afiliado una carta sobre sus derechos y deberes. Ahí también se detalla la Unidad de Atención Primaria a la que debe de acudir este paciente y los miembros de su familia.

Las UNAP son escenarios de prevención

Uno de los servicios más demandados en los Centros es el método de planificación. Allí, las mujeres tienen acceso a las píldoras, preservativos y el dispositivo intrauterino (DIU) y por lo general, se trata de jóvenes que ya tienen su primer hijo. “Con la planificación familiar contamos, lamentablemente, con pacientes desde los 15 años y la mayoría ya son madres”, comenta la doctora Gloria Linares, del Centro de Atención Primaria Hato Nuevo CEA, Santo Domingo Oeste. Allí trabajan tres UNAP, pero más de 5,000 personas son atendidas, es decir, que cada Unidad atiende a más del doble que debería. “Muchos pacientes no corresponden a este Centro, pero vienen porque les gusta la atención que brindamos. Para ellos tenemos un archivo extra”, dice Linares.

Opinión

Carlos Alexander Suazo
Director de Atención Primaria del Ministerio de Salud Pública
“En la cabeza los dominicanos entendemos la salud como la atención a la enfermedad y esto es un problema de modelo que tenemos que ir desarraigando. Mi problema no es que me atiendan como enfermo sino que me ayuden a conservarme sano y ese es un objetivo de los centros de atención primaria: acercar a los promotores médicos y orientar a la población sobre los hábitos saludables”.

Lo ideal
En cada Centro de Atención Primaria pueden funcionar varias Unidades que a su vez atienden entre 500 a 700 familias.

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