En el ámbito judicial se producen reconfortantes muestras de sanción ejemplar ante la violencia intrafamiliar, pero es creciente la preocupación frente a este grave problema humano y social, por la indetenible secuencia de crímenes horrendos cometidos por hombres que se creen dueños absolutos de las vidas de mujeres que durante un tiempo fueron sus compañeras sentimentales. El caso de la joven de Monte Plata de 19 años que acaba de ser asesinada en estado de embarazo, subraya este acuciante drama de la sociedad dominicana. La Justicia puede actuar contra el agresor, pero lo que necesitamos es prevenir nuevas muertes y este baño de sangre y dolor, que evidencia un serio mal de fondo en el seno de nuestras familias. 

El inusual tapón a pocos metros de mi centro laboral me hizo suponer que algo grave ocurría. En efecto, había sucedido un accidente de tránsito. La impresionante escena del vehículo ruedas arriba y muy maltrecho, hacía alabar la gran suerte del conductor, que resultó ileso. Las estadísticas transmiten la gravedad del problema de los accidentes de tránsito, pero conmovidos de cerca por ellos es cuando se palpa el gran drama humano de esta problemática.

Hace unos días me sobrecogió la noticia del fallecimiento de una joven amiga, profesional de futuro brillante, a causa de un accidente. En nuestro país violento, caótico y desorganizado hasta el absurdo no queda más que decir ¡Apiádate, Dios, por favor!