Los dominicanos somos capaces de decir “la piña está agria” dibujando una sonrisa, pues somos un pueblo característicamente alegre y desenfadado, aun en medio de las privaciones que padece en mayoría. Al propio tiempo, en contraste, nos conducimos como eminentemente desconfiados uno del otro. El desaparecido psiquiatra Antonio Zaglul, observó que en promedio para nosotros “no hay amigo, amigo es un peso en el bolsillo”, lo que atribuyó a paranoias heredadas de nuestra tradición autoritaria. Efectivamente hemos hecho la desconfianza mecanismo de defensa y supervivencia. Ser confiado resulta peligroso; personas con esa inclinación pasan por “pendejas” y se exponen a las trampas de “los vivos”. Lastimoso. Nuestra mórbida desconfianza obstaculiza la operatividad positiva de la sociedad.

Desconfiar por desconfiar en los demás es un rasgo negativo, en lo personal y para la sociedad. Actuamos razonablemente dejando un espacio para cierta dosis de cautela, al relacionarnos. Nadie es infalible, personas bondadosas, dignas de confianza, se equivocan; pudieran perjudicarnos involuntariamente. Es una actitud equilibrada. Se manifiesta cuando buscamos una segunda opinión facultativa, independientemente de la confianza en nuestro médico. Asentándola en nuestros hijos, les enseñamos a ser cuidadosos sin ofender ni cerrarse a confiar. Lazos personales o profesionales de valor, no se construyen en ausencia de confianza. Es cuestión de aprender a discriminar hasta dónde, sobre todo durante la temprana juventud, cuando la personalidad es influenciable y propensa a deslumbrarse.

No confío en él

Tengo 30 años y mi pareja 33; tenemos 14 años de relación y dos niños. Al principio de nuestra relación yo confiaba ciegamente en él, hasta que me enteré que estuvo con la amiga de su hermana. Me sentí traicionada y rompimos por un tiempo, luego hablamos y arreglamos las cosas. Más tarde yo estuve con un amigo de ambos y las cosas se pusieron feas, pero como él dice que me quiere, volvimos; desde entonces estamos juntos. El problema es que no confío en él desde lo que pasó y quisiera que me dé un consejo para cambiar eso. Siento que lo quiero pero no estoy segura de seguir juntos, ya que su trabajo es el principal inconveniente: es policía y pienso que ese trabajo lo hace un mujeriego; no hacemos el amor como antes porque siempre pienso que él ya estuvo por ahí y viene a “allantarme”.

Anónimo

R: Querida:

Es un código bastante conocido en nuestro país, el cual es falso, en el que englobamos a todos los policías como infieles. Lo primero que debemos es derrumbar esa creencia. Segundo, si volviste con él, debemos tomar en cuenta si él te está demostrando con acciones su entrega o no.

Una cosa es descubrir una infidelidad y dejar las cosas así y otra es trabajar el perdón, el arrepentimiento y el compromiso. Si no lo han hecho, este es el mejor momento para lograrlo, buscando ayuda de un terapeuta de pareja. P

Llevar el método del ritmo

Querida doctora, quiero que me explique cómo puedo llevar el método del ritmo. Tengo 35 años y un bebé de 4 años, pero en este periodo he tenido que dejar las pastilla ya que sufro de gastritis; antes tenía el DIU pero tuve que quitármelo porque me estaba haciendo daño. Perdí un embarazo y desde entonces tengo miedo de salir embarazada, ya que he tenido problemas con mi pareja. Le pido que me explique cómo se calcula esto. Anónimo.

R: Anónimo:

Debes contar en los siguientes meses si eres regular. Calcula el tiempo en que te llega cada mes tu menstruación; cada ciclo puede variar de 21 a 31 días. Comenzarás el conteo desde que te llegue el sangrado.

Se toma como día de ovulación la mitad del ciclo. Si tu período normal te suele venir cada 28 días (por eso es tan importante conocer si eres regular o no) el día 14 estarías ovulando. A esta fecha le restas 3 días y le sumas dos días, es decir que hay cinco días de mayor fertilidad en el mes. Los ginecólogos toman esta medida ya que el espermatozoide puede vivir en el tracto femenino 3 días. También es  recomendable que tu ginecólogo, que conoce tu historial, te evalúe. Pues como me acabas de decir que perdiste un bebé, puedes tener un cambio hormonal. P

Está casado

Hola doctora. Soy una joven de 24 años y mi novio es mucho mayor que yo. Estoy sufriendo un poco porque tengo un problema de celos el cual no he podido controlar. La semana pasada tuve un fuerte choque y pelea con mi novio, nunca me he sentido tan atada  con otro hombre excepto con él, que es un hombre casado. A veces cuando llama o recibe  una  llamada  pienso que  es  con otra mujer que está hablando,  y  eso me deprime  muchísimo. Dígame doctora qué hago en esa situación. Varias veces él ha querido dejarme y yo no lo dejo. La Sirenita.

R: Sirenita,

Aprende a cultivar tu dignidad y a entender que desde el inicio te involucraste con una persona que tiene ya un compromiso con otra persona.

¿Eso es lo que quieres para ti? ¿Eso es lo que mereces? ¿Lo que la otra desecha tú tomarlo? ¿Quieres siempre vivir en el anonimato? Sé que duele lo que te digo, pero nadie te dará aquello que no te creas mereces para ti. P

A lo interno del grupo que sigue las orientaciones de Miguel Vargas Maldonado en el PRD hay la voluntad de que se produzca un entendimiento para poner fin a la crisis que sacude al partido blanco, pero a consecuencia de las maniobras de los llamados estrategas de la otra acera, es decir, del grupo que orienta el presidente Hipólito Mejía, está creciendo la presión para que el presidente de la organización siga firme en su postura de procurar un acuerdo, pero siempre en el marco de la institucionalidad partidaria, jamás cediendo los espacios alcanzados en la refriega, ya que asimismo, va en aumento el cuchicheo que plantea, tal vez con cierta razón, que “es que no puede creer en la gente de Hipólito, empezando por él mismo, ya que hoy plantean una cosa y en minutos están planteando otra”. Tal parece que la crisis perredeísta seguirá en sus buenas todavía por un buen tiempo, porque el problema principal es de falta de confianza entre las partes. Así como suena…

Por si acaso

En la Casa Nacional del PRD se invierte un buen dinero en arreglos y reparaciones, a causa de los daños causados por las turbas que asaltaron esa edificación el domingo en que se buscó evitar, a tiros, pedradas y golpes, que se reuniera el Comité Ejecutivo Nacional de la organización, donde serían ratificadas, según se esperaba, las sanciones contra el presidente Mejía y los suyos dispuestas por el Tribunal Nacional Disciplinario. Los trabajos, según pude observar, incluyen el levantamiento de una verja que, ´de acuerdo a lo que se ve, sería de cemento y hierros. ¿Los compañeros preparándose para nuevas escaramuzas…?

Documental

Felicitaciones a Fernando Quiroz por su documental sobre el movimiento del 14 de Junio de 1959. Bien concebido, sin panfleteo y objetivo. Mis congratulaciones también a Miguel Medina por la realización técnica. Se las comieron…

Trascendente que la desconfianza entre su cúpula haya sido públicamente citada por un alto dirigente del PRSC, Louis Bogaert, como factor que impide el entendimiento y la unificación. Lastre común a otros partidos, amén de una constante de la vida pública nacional, el economista francés Jacques Attalí identificó la desconfianza entre los flagelos vinculados a nuestro atraso social e institucional. Reconocer que ésta erosiona nuestra capacidad para articular instituciones que jueguen su rol en el desarrollo democrático, debiera ser un ejercicio permanente de toda nuestra dirigencia política. Desarraigar la desconfianza requiere su efectivo compromiso por sentar liderazgos modelos, con autoridad moral ante toda la sociedad.

Un anti valor como es la desconfianza, se torna forzado “valor” en la vida dominicana. A nuestro nivel mayúsculo de descomposición moral y social, vivir “chivo” resulta lo inteligente, aparentemente.

Ilusas las personas confiadas, si la ancestral costumbre criolla es que nadie crea en nadie. Se impone desconfiar unos de otros, de todo y de todos para sobrevivir en nuestra fiera comunidad. La desconfianza es medio de auto defensa; confiar puede costarnos hasta la vida.

Perdemos de vista que a más enviciados en la desconfianza, más pierde ésta su utilidad. Anulamos nuestra humana facultad para percibir y reconocer gestos y actitudes confiables. Estropeamos la oportunidad de confiar en quien verdaderamente hubiéramos podido confiar.