Influencia española en la medicina de RD

Los vínculos de comunicación en el campo de la medicina entre la República Dominicana y España se inician desde antes de la fundación de la nación como tal y deben situarse en la época colonial, cuando se abrieron tres hospitales en la ciudad&#8230

Los vínculos de comunicación en el campo de la medicina entre la República Dominicana y España se inician desde antes de la fundación de la nación como tal y deben situarse en la época colonial, cuando se abrieron tres hospitales en la ciudad primada de América, Santo Domingo:  El Hospital Nicolás de Bari, el Hospicio de San Andrés y el Hospital de San Lázaro.

 Durante el siglo XIX la invasión haitiana cerró los hospitales y la universidad, y no fue sino hasta 1880 que se inició de nuevo la formación de médicos, y con ese motivo varios profesionales españoles como Basilio Iñíguez, José del Pino o Pablo Urquía empezaron a laborar en el país. De hecho, el doctor Urquía se estableció en Sabaneta y fue el primer médico en esa localidad. En 1896 llegó al país el doctor Miguel Brioso, quien ejerció en San Cristóbal. Más adelante, tras la independencia de Cuba, muchos médicos españoles se trasladaron a la República Dominicana. Entre los más reconocidos estaban el doctor Jesús Monagas, que ejerció en San Pedro de Macorís, el doctor José Jover, natural de Murcia y quien ejerció en Samaná y San Francisco de Macorís; el doctor Bernardo Zaragoza, valenciano, que instaló su consultorio en el segundo piso del edificio de La Ópera y fue el primer especialista en Vías Digestivas que ejerció en Santo Domingo.

Particularmente interesante resulta la trayectoria del  doctor Mariano Rovellat, original de Barcelona y que se radicó en Santiago, donde instaló el primer equipo de Rayos X del país. Dos médicos españoles, los doctores Ricardo Blázquez, llegado al país en 1922, y Antonio Calderón, quien arribó a República Dominicana en el 1925, fueron los encargados, tras el ciclón San Zenón, de habilitar dos hospitales de emergencia; el primero en Villa Francisca y el segundo en la calle Mercedes. En 1936 la guerra civil en España obliga a muchos médicos a dejar su país, y a partir del 1939 muchos llegaron a la República Dominicana, atraídos por las ofertas del régimen de Trujillo con grandes facilidades y tierras, entre otros atractivos, que eran más que nada el deseo del dictador de congraciarse con la comunidad internacional. Especialistas como el oftalmólogo Hermenegildo Arruga, vinieron y ofrecieron consultas, así como procedimientos quirúrgicos.

Los oftalmólogos dominicanos de la época asistían a las charlas del doctor Arruga y a las cirugías que realizaba en el Hospital Padre Billini. Esos médicos españoles contribuyeron de manera importante al desarrollo de nuestra medicina y de nuestras especialidades.  Según el  Directorio Médico del Centenario, publicado en 1944, ejercían en nuestro país los siguientes médicos de nacionalidad española: el Dr. Agustín Cortés, Oftalmólogo egresado del Instituto Oftálmico de Madrid, quien era Médico del Hospital Militar Profesor Marión; el doctor Carlos Asensio Merino, nacido en Barcelona, que fue médico del Hospital Municipal de Infecciosos en Barcelona, y en nuestro país fue médico inspector sanitario en Guayubín, Montecristi.  El doctor Jesús Carselle, quien era natural de Cádiz, se radicó en Luperón, Puerto Plata, en donde fue Médico Municipal y Médico Inspector Sanitario; el doctor Alfredo González, original de Madrid, que había realizado cursos de Endocrinología y que al llegar a nuestro país en 1940 se estableció como Médico del Ayuntamiento de Elías Piña y en 1943 pasó a ser Médico de la Colonia Agrícola del Llano en San Pedro de Macorís. El doctor Rafael González, originario de Pontevedra, había hecho estudios de Urología, y formó parte del Gobierno Republicano. Vino al país en 1939 y fue nombrado Primer Teniente del Cuerpo Médico del Ejército Nacional asignado al Hospital Militar Profesor Marión.  Por motivos de espacio, en un próximo escrito seguiremos con este apasionante tema.

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