Según cifras arrojadas por un estudio de la Fundación Comunitaria por Acción con Salud y Seguridad Social, más del 80 por ciento de los envejecientes del país sufre agresiones de parte de sus familiares.
Aun sin conocer el alcance ni los mecanismos utilizados para el estudio, el hecho de ser una investigación le da cierto margen de profundidad que le hace creíble. Por eso los resultados, o más bien la magnitud de los hallazgos del estudio comentado, plantean que estamos en presencia de un gran problema social ante las personas en categoría de tercera edad.
“Con los envejecientes hay que tener un cuidado especial, pero sobre todo ser cariñoso y solidario con ellos”, dijo la presidenta de la Fundación, Carmen Adames, durante la tercera feria que la agrupación organiza con el propósito de crear conciencia sobre el respeto a los adultos mayores.
La iniciativa de la Fundación Comunitaria por Acción con Salud y Seguridad Social es un programa loable, pero por la magnitud de la cifra citada en su estudio de agresiones a las personas mayores, luce que debe contar con la colaboración de otros entes de la sociedad, incluyendo las organizaciones estatales vinculadas.
Para el Gobierno es una buena oportunidad para aplicar sus postulados hacia los envejecientes, que incluyen impulsar la participación de adultos mayores en la vida comunitaria y su liderazgo en el fortalecimiento de los núcleos familiares y la promoción de valores.
Es necesario que haya una acción global, una respuesta general a un mal que se incuba en la primera figura de la sociedad, la familia, donde se supone que nacen los valores, uno de ellos debería ser profesar respeto y amor a los familiares entrados en edad.
Resulta preocupante, hasta en grado extremo, que más de cuatro de cada cinco envejecientes sean maltratados por sus propios familiares. Esas cifras dicen que la sociedad se está deshumanizando y eso no es bueno.
Hay que crear conciencia y rescatar los valores. Todo el que nace, si no muere joven, envejece. Y llegar a viejo sin cariño es triste.
