Aprendizaje vital

Las personas acusamos natural propensión a la memoria de los acontecimientos negativos, un mecanismo de evolución y aprendizaje. Pero también nos influyen genes que modelan el carácter optimista o pesimista. En mi caso dominan los últimos. Adicionalmente distintos acontecimientos en mi vida contribuyeron a acentuar esa natural inclinación. Por gracia divina hice consciencia de ese destructivo rasgo y emprendí el camino para vencerlo. El optimismo puede aprenderse, sostiene el especialista estadounidense Martin Seligman, quien aporta atinadas recomendaciones a esos fines. La ciencia respalda que una mentalidad adecuadamente positiva promueve nuestra efectiva felicidad, pues más que de circunstancias externas ésta descansa en nuestra actitud.