Nos encaminamos al segundo aniversario de la sentencia 168-13, y desde entonces el tema haitiano ha estado en la agenda nacional como el primer día, como si fuese la principal cuestión de la República. Se dirá que las implicaciones internacionales obligan, lo mismo que las amenazas que muchos vinculan al destino de la República, pero tememos que se gasta más energía de la necesaria.
No es que la República se desentienda, pero la táctica reactiva debe ser revisada. Aunque empezamos a ser proactivos, todo no debe girar en torno al diferendo con Haití.
En alguna medida, el presidente Danilo Medina puso la tónica el pasado 19 de junio: El programa de Regularización de Extranjeros ya está cerrado. “Yo hablé de ese tema en febrero y lo cerré”.
Ya el Ministerio de Interior y Policía está entregando los primeros documentos para los inmigrantes que estaban en situación irregular y que llenaron los requisitos. Los demás aspectos vinculantes a la materia deben tomar el curso, según nuestra legislación.
El país debe prestar atención a una necesaria mejoría de los servicios hospitalarios y la reformulación del esquema con que han venido funcionando. Sería interesante saber cómo marchan los Centros de Atención Primaria.
El Gobierno inaugura todas las semanas nuevos locales escolares, pero sería oportuno saber qué están haciendo las autoridades educativas para mejorar la calidad de la enseñanza y cómo se proyecta el programa de la Tanda Extendida para el próximo período académico.
Sería oportuno volver la mirada al proceso que ha de culminar con la firma del Pacto Eléctrico, prevista para agosto. Por cierto, los generadores de nuevo reclaman que la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) les pague por la energía servida.
La seguridad ciudadana es también una cuestión inquietante. Nunca despertamos sin sobresaltos. Todos somos potenciales víctimas.
La transparencia, pese a los aspavientos, sigue siendo una aspiración.
Frente a la conspiración internacional, hay que dejar que el sol de verano endurezca y queme la piel. La sordera ocasional puede ayudar a alcanzar las metas nacionales.
Una hipersensibilidad nos haría débiles frente a tantas amenazas. Hay que avanzar y no amilanarnos por los ruidos.