Los precios

Todos los objetos que nos rodean tienen un valor de mercado, que se refleja a través del precio. Ese valor cambia a través del tiempo, y muchas veces ese cambio nos confunde. Para poder entenderlo, los economistas distinguen entre precios nominales,&#82

Todos los objetos que nos rodean tienen un valor de mercado, que se refleja a través del precio. Ese valor cambia a través del tiempo, y muchas veces ese cambio nos confunde. Para poder entenderlo, los economistas distinguen entre precios nominales, reales y relativos. Pero la mayoría de las personas no toma en cuenta esta distinción y piensa solo en términos nominales: se basa simplemente en los precios marcados en la etiqueta y ésos son los que recuerda.

Utilizar los precios nominales representa una gran ventaja, porque no requiere de cálculos complicados. Y permite comparar nuestro balance y nuestros gastos de manera sencilla. Sin embargo, no son estos precios los que mejor informan sobre lo que “realmente” valen las cosas. Existen mejores informantes, como los precios reales, que son aquéllos despojados de inflación.

Tomemos el caso de un apartamento. Hoy su precio es 110,000 dólares, pero hace un año era 100,000. Si nos quedamos en la comodidad de “lo nominal”, decimos que el apartamento vale más. Pero si la inflación fue de un 10pc, y calculamos lo “real”, es fácil constatar que lo que ha ocurrido es que todo aumentó en promedio 10pc, y eso nada tiene que ver con el valor del apartamento per se. Lo mismo sucede cuando se recuerda que hace 50 años la libra de azúcar se vendía a 2 centavos y hoy a 20 pesos. El azúcar subió tanto de precio, no porque su capacidad de endulzar aumentara ni sus propiedades mejoraran. Simplemente se ajustó al hecho de que casi todo subió, incluyendo el ingreso de la gente.

Si nos alejáramos más aún de la “comodidad nominal”, y comparamos bienes entre sí, como si no hubiese dinero de por medio, obtendríamos los precios relativos. Pudiésemos determinar, por ejemplo, cuántas libras de arroz hubiesen sido necesarias para pagar un corte de pelo hace 20 años, y cuántas serían necesarias ahora. Y nos escandalizaríamos al constatar qué tan vanidosos y sofisticados nos hemos vuelto, y qué tan importante se ha vuelto lucir un corte novedoso. Los precios constituyen grandes informantes. Pero sólo si nos tomamos la molestia de “alfabetizarnos” un poco en economía y complicarnos la vida con ciertos cálculos.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas