Existen centros de salud pública cuyo desorden administrativo les ha llevado a acumular deudas astronómicas y que, en contra de todo principio sanitario de un país caluroso y húmedo, que propicia la reproducción de gérmenes patógenos, permiten el deterioro de los imprescindibles sistemas de aire acondicionado, pacientes desesperados, médicos en camisita y sin bata y auxiliares haciendo su trabajo con humor de perros.
La falsa creencia de que militarizar implica disciplina, cosa que se da solo entre iguales y no con civiles dirigidos con criterio castrense, dentro de estructuras eminentemente civiles con capacidad de discernimiento y análisis y no de ciega obediencia vertical.
Gremios que han extraviado el norte y se confunden entre lo político y la defensa de intereses, sin visión de futuro o con posiciones “protectoras”, más propias del desaparecido sindicato de la CDE, (SITRACODE). Diluir responsabilidades para evitar la aplicación de sanciones, no es parte de un liderazgo responsable.
Munícipes ya se empoderan del manejo de hospitales de su demarcación y se expresan cuando entienden que el Director designado, más que solución, representa el problema.
Como ejemplo, el Hospital Vinicio Calventi, centro hospitalario del modelo de autogestión, que se dice acumula un déficit de $600 millones y en el que su personal rechazó un reciente nombramiento, impidiéndole tomar posesión. La percepción popular se orienta hacia la falta de recursos, más que a la calidad de la administración y el uso adecuado de patrimonios.
Es dable revisar la calidad de supuestos “líderes comunitarios”, identificando a los que realmente representan entidades emblemáticas de los barrios. Se conocen extorsiones a directores de Centros con la “paz y gobernabilidad”, donde logran colocar “botellas” improductivas para cónyuges y relacionados, con salarios que superan los de muchos médicos.
Otros, como “buscones” del área de salud, consiguen rebajas sustanciales en la facturación, a cambio de un porcentaje, reducciones que los mismos familiares pueden lograr, mostrando sus reales condiciones socio económicas. Dentro de los hospitales, aunque se tenga el bolsillo “apretado” hay que tener la voluntad “floja”, porque no es extraño tener que “mojar” a alguien no médico, para el uso de sillas de ruedas, muletas u obtener una cama.
Creo en los patronatos bien constituidos, para supervisar y trazar normas administrativas en los hospitales públicos. Cedimat, el Hospital de la Plaza de la Salud, entre otros honrosos ejemplos, son modelos vivos de una conducción exitosa por quienes comprometen su prestigio, tiempo, relaciones y recursos. Es la forma más barata para que el Estado asegure la gestión pulcra en la salud pública, sistema en crisis manifiesta con los infantes fallecidos en el “Angelita”. La enfermedad de la salud, es grave y requiere de más que paños tibios y cataplasmas. l
