Respóndete tú

Durante una actividad, en la que me reuní con varios jóvenes profesionales, pertenecientes a un nivel socioeconómico de clase media-alta y alta, el tema central de la conversación era la necesidad de irse a vivir fuera del país. Le pregunto a…

Durante una actividad, en la que me reuní con varios jóvenes profesionales, pertenecientes a un nivel socioeconómico de clase media-alta y alta, el tema central de la conversación era la necesidad de irse a vivir fuera del país. Le pregunto a uno de ellos, el cual ha realizado dos maestrías y un PhD, que si está sin trabajo, dado el entusiasmo y la aparente necesidad de irse a “buscar nuevas oportunidades fuera del país”. “Claro que sí, tengo una posición gerencial, la cual me incluye hasta vehículo”, dijo. Me dediqué a observarles y todos estaban de acuerdo en que había que ir a otros países y abrirse nuevos horizontes. Este enfoque, generado especialmente por aquellos que habían tenido la oportunidad de estudiar en otros países,  me muestra cómo éstos vienen influenciados de la etapa vivida como estudiantes, los cuales, o se van pagados por sus padres o por intercambios de becas de universidades extranjeras; y otros pagados por el gobierno, olvidando la gran diferencia que existe entre llegar a una sociedad con todo cubierto y, un escenario muy distinto, llegar en calidad de inmigrante en busca de trabajo. Aunque en su mayoría pretenden colocarse y buscar contratas desde aquí, vía internet, con empresas extranjeras, son muchos los que se han ido, en ocasiones dejando buenos puestos de trabajo, por el hecho de que hay que tener realizaciones y oportunidades fuera de República Dominicana. Uno de ellos, citó cómo la gran mayoría de sus compañeros estaban bien colocados, especialmente en Europa, lugar donde hoy día ellos entienden que hay otra vida. Ver este fenómeno, donde no solo tienen buenos puestos de trabajo y sin problemas de necesidad económica, me muestra una especie de vacío existencial y hasta falta de apego al núcleo familiar que se ha creado en esta generación. Sin embargo, precisamente en un joven europeo que vino a almorzar a mi casa, el centro de la conversación fue que no se mueve de su país, porque allí tiene toda su familia, amigos de infancia y porque eso es lo que verdaderamente vale la pena. ¿Qué sucede entonces con nuestros jóvenes?

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