Educación política

La gran ausente del sistema político dominicano es la Educación Política. Todos los partidos dicen tener sus “escuelas políticas”, pero ¿hasta qué punto son efectivas?, pues el apoyo que la dirigencia política les brinda es muy pobre o…

Educación política

La gran ausente del sistema político dominicano es la Educación Política. Todos los partidos dicen tener sus “escuelas políticas”, pero ¿hasta qué punto son efectivas?, pues el apoyo que la dirigencia política les brinda es muy pobre o…

La gran ausente del sistema político dominicano es la Educación Política. Todos los partidos dicen tener sus “escuelas políticas”, pero ¿hasta qué punto son efectivas?, pues el apoyo que la dirigencia política les brinda es muy pobre o nulo. Estas adquieren alguna importancia para la época de elecciones, cuando se hacen reuniones, en donde ofrecen informaciones a los delegados políticos, relacionadas con ese proceso.

Pero el trabajo educativo, profundo y sistemático de una formación humana-social-ideológica y política a sus militantes, enfocada hacia la construcción y desarrollo de valores cívicos y conocimientos doctrinarios, está ausente. Sí, valores cívicos, porque la formación cívica no es solo un asunto de las escuelas formales, lo es también de los medios de información y de todas las instituciones que aglutinan e influyen en las personas.  Educar políticamente es formar a los militantes como ciudadanos/as a fin de que conozcan, valoren y participen en las instituciones democráticas, como vía para promover y fortalecer el ejercicio de ciudadanía comprometida. Que comprendan y asuman que el fin de todo trabajo político es robustecer el sentido del deber ciudadano y de la eficacia política. Esa práctica debe traducirse en bienestar social, que incluya  educación, salud, servicios adecuados, transparencia y honestidad en el manejo de los recursos públicos, también el respeto y la libertad.  La mayoría  aprende a hacer política por “casualidad” o “imitando” a cualquier dirigente que por lo general no es el mejor modelo a seguir. Ponerse la ropa política del otro o ser su caja de resonancia, a veces hasta imitando la forma de hablar y los gestos.

Esa es una de las características que debemos observar con preocupación, por todo lo que proyecta de la psicología de algunos dirigentes. La Educación Política debe incluir aspectos del desarrollo humano imprescindibles para la formación de una persona, con un grado adecuado de autonomía personal, autoestima, autoconocimiento, entre otros factores de la personalidad. Que puedan desarrollar la capacidad de cuestionar y cuestionarse, de hacer y hacerse críticas constructivas, preguntar el porqué de las situaciones, y así no se conviertan en ciudadanos conformistas.

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La gran ausente del sistema político dominicano es la Educación Política. Todos los partidos dicen tener sus “escuelas políticas”, pero ¿hasta qué punto son efectivas?, pues el apoyo que la dirigencia política les brinda es muy pobre o nulo. Estas adquieren alguna importancia para la época de elecciones, cuando se hacen reuniones, en donde ofrecen informaciones a los delegados políticos, relacionadas con ese proceso.

Pero el trabajo educativo, profundo y sistemático de una formación humana-social-ideológica y política a sus militantes, enfocada hacia la construcción y desarrollo de valores cívicos y conocimientos doctrinarios, está ausente. Sí, valores cívicos, porque la formación cívica no es solo un asunto de las escuelas formales, lo es también de los medios de información y de todas las instituciones que aglutinan e influyen en las personas.  Educar políticamente es formar a los militantes como ciudadanos/as a fin de que conozcan, valoren y participen en las instituciones democráticas, como vía para promover y fortalecer el ejercicio de ciudadanía comprometida. Que comprendan y asuman que el fin de todo trabajo político es robustecer el sentido del deber ciudadano y de la eficacia política. Esa práctica debe traducirse en bienestar social, que incluya  educación, salud, servicios adecuados, transparencia y honestidad en el manejo de los recursos públicos, también el respeto y la libertad.  La mayoría  aprende a hacer política por “casualidad” o “imitando” a cualquier dirigente que por lo general no es el mejor modelo a seguir. Ponerse la ropa política del otro o ser su caja de resonancia, a veces hasta imitando la forma de hablar y los gestos.
Esa es una de las características que debemos observar con preocupación, por todo lo que proyecta de la psicología de algunos dirigentes. La Educación Política debe incluir aspectos del desarrollo humano imprescindibles para la formación de una persona, con un grado adecuado de autonomía personal, autoestima, autoconocimiento, entre otros factores de la personalidad. Que puedan desarrollar la capacidad de cuestionar y cuestionarse, de hacer y hacerse críticas constructivas, preguntar el porqué de las situaciones, y así no se conviertan en ciudadanos conformistas.

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