Economía y lucha contra la corrupción

Las autoridades han mostrado cifras para ilustrar  sus argumentos sobre la recuperación nacional. La economía, dicen, creció un siete por ciento y ello es evidencia de cambios sustanciales. Los números parecen ser reales y están avalados por…

Las autoridades han mostrado cifras para ilustrar  sus argumentos sobre la recuperación nacional. La economía, dicen, creció un siete por ciento y ello es evidencia de cambios sustanciales. Los números parecen ser reales y están avalados por organismos internacionales. De manera que el año próximo, se afirma en el gobierno, la situación ofrecerá a los dominicanos nuevas oportunidades de progreso y bienestar. El caso es que el crecimiento por sí sólo no significa mucho, si bien es cierto que sin él no puede haber mejoría alguna.

El problema consiste en que a pesar del crecimiento económico alcanzado a lo largo de varias décadas, la situación de la población no cambió en ese período.
Y para colmo, más ciudadanos descendieron entonces a la llamada línea de pobreza extrema y la clase media desmejoró bajo el peso de la inflación. Tal vez sea  todavía muy pronto para evaluar lo que el año ha representado para los dominicanos. Y lo será también para predecir qué nos puede deparar el 2015 un año pre-electoral, tomando en cuenta que en el siguiente escogeremos los candidatos al Poder Ejecutivo, el Congreso y los gobiernos municipales.

Las esperanzas que generan en amplias capas de población el optimismo oficial respecto a la economía, chocan con la posibilidad de que las prioridades nacionales sucumban ante el avance arrollador de los intereses partidistas. Si el gobierno se mantiene fiel a sus obligaciones esenciales, mantiene  la disciplina en el gasto público y  lo ajusta a las realidades, el país podría avanzar en la dirección correcta.

Todo eso deberá caminar al lado de un serio esfuerzo por descontaminar  el ambiente de corrupción que permea muchas áreas en el ámbito de los poderes y que el Ministerio Público parece estar orientando en el sentido que el país ha esperado por mucho tiempo. Un esfuerzo que la nación debe respaldar con empeño y sin dobleces.

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