Nuestra sociedad ha despertado

Una sociedad es un cuerpo con vida. Puede estar estática, avanzar o retroceder. Tiene valores distintos a los de ayer, para bien o para mal.

Una sociedad es un cuerpo con vida. Puede estar estática, avanzar o retroceder. Tiene valores distintos a los de ayer, para bien o para mal. Cuando llegan los cambios en la mentalidad y la conducta de la colectividad, en ocasiones nos arropan lentamente, a veces sin percatarnos.

Hace décadas, esas variaciones eran imperceptibles, pues prácticamente no había diferencia entre una generación y otra. Recordemos que las generaciones algunos estudiosos la calculaban cada 33 años, y aún así eran prácticamente parecidas en cuando a cultura e ideas. Entre hijo y abuelo había más semejanzas que diversidad.

Ahora existe un abismo entre los gustos y esperanzas de una persona de 50 años y otra de 20 años. Se podría hasta concluir, que cada una habla su propio idioma, utilizan símbolos de comunicación muy ajenos una de la otra y tienen esquemas mentales a veces opuestos o irreconciliables.

Esa realidad poco a poco la va asimilando nuestro sector productivo, para poder competir aquí y en el exterior, pero todavía no llega al entendimiento de gran parte de nuestros políticos, que mantienen unos esquemas atrasados en el tiempo, creyendo que todavía viven en un país conservador, bobo, manipulable, que se deja guiar como becerrito sin protestar que lo lleven al matadero.

Hoy nuestro pueblo no está dormido. Cuando hay que reclamar lo estamos haciendo, a veces con rabia, pero siempre de manera responsable, y nos estamos dejando sentir en las calles, en las redes sociales, en la prensa.

No tenemos vocación al masoquismo. Ya no estamos dispuestos a soportar ofensas y guardar silencio. No y no. Esto se revela, por ejemplo, en las relaciones laborales y cómo anhelamos ser tratados desde el poder. Nuestros trabajadores conocen sus derechos laborales y no permiten atropellos; y nuestros ciudadanos exigen que desde el poder haya más transparencia y dedicación al bien común. Gracias a Dios, nuestro jefe de Estado está cumpliendo en gran medida con ese sentir general. Vamos caminando, o al menos gateando.

Con relación a las organizaciones que nos han gobernado, podemos afirmar, de mi parte también como autocrítica, que nuestros partidos políticos se han quedado a saga con relación al avance que hemos tenido en otros aspectos. Son anacrónicas, no reúnen sus cuadros, prácticamente han perdido la identidad y la razón de sus orígenes.

En la actualidad, el tema de la corrupción está en la cima. Ya nuestra gente está hastiada de que le roben hasta el pensamiento, de que algunos consideren que el erario público es un regalo para ellos mismos, y lo roban hasta sonriendo. Hoy impera un nuevo reclamo: condenar a quienes desde el poder toman lo que no les pertenece. I haréis justicia.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas