Un irrespeto a la soberanía

Hace unos días fue notificada al país una aberrante sentencia de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) que entre otras cosas le ordena “adoptar las medidas necesarias para dejar sin efecto toda norma de cualquier naturaleza, sea&#8230

Hace unos días fue notificada al país una aberrante sentencia de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) que entre otras cosas le ordena “adoptar las medidas necesarias para dejar sin efecto toda norma de cualquier naturaleza, sea ésta constitucional, legal, reglamentaria, administrativa, o cualquier práctica, o decisión, o interpretación, que establezca o tenga por efecto que la estancia irregular de los padres extranjeros motive la negación de la nacionalidad dominicana a las niñas y niños nacidos en el territorio de República Dominicana”.

Más que una mala decisión es un verdadero irrespeto y una burla al Estado dominicano que un organismo internacional (y especialmente uno con un refajo tan visible de absoluta parcialidad inclinada a defender los intereses y deseos de los países más ricos) pretenda llegar al extremo de exigir cambios a la Constitución, y lo menos que pueden hacer nuestro Presidente y funcionarios es enfrentar esta asquerosa intención de arrodillar al Estado dominicano simplemente porque a la comunidad internacional le resulta más conveniente seguir siendo irresponsable con la situación de Haití y cargarnos el dado a nosotros.

Paradójicamente, muchos de los mismos lacayos que tienen meses exigiendo al Gobierno dominicano que desacate una decisión del Tribunal Constitucional son los que hoy se escandalizan por el rechazo del presidente Medina a la sentencia de la CIDH, de la cual, aún en el caso de que la teoría más jurídicamente precisa sea aquella que defiende que la Corte tiene fuerza vinculante por ser República Dominicana parte de la Organización de Estados Americano (OEA), perfectamente el país se puede desligar como lo hizo Venezuela, pues una injerencia de tal magnitud en asuntos nacionales no debe ser aceptada.
Si vamos a ser serviles y borregos pues mejor tratemos de que nos neocolonizen y así al menos nos resuelven algunos problemas y se ocupan de nuestras cuentas como hacen los países del primer mundo con sus colonias.

Pero si no es así, si pretendemos ser libres e independiente como enarbola nuestro himno y defenderlo como lo ha hecho Danilo Medina con mucha dignidad en varios foros internacionales, debemos comenzar por retirar nuestro embajador ante la OEA e impedir con firmeza, decisión y sin medias tintas cualquier tipo de atentado a nuestra soberanía, como la sesgada y espuria intromisión de la CIDH en algo que desde 1930 con el Convenio de La Haya está más que claro: cada país es soberano para decidir quiénes son sus nacionales.

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