¡Bárbaro, Danilo!

Cuando Danilo Medina empezó su carrera a la Presidencia de la República y durante todo el tramo de la campaña, mucha gente solía decir: -Es que él no sonríe, es tan seco… Y a veces parece inseguro, como si temiera equivocarse.Ese…

Cuando Danilo Medina empezó su carrera a la Presidencia de la República y durante todo el tramo de la campaña, mucha gente solía decir: -Es que él no sonríe, es tan seco… Y a veces parece inseguro, como si temiera equivocarse.

Ese hombre de rostro rígido y de medidas palabras ha ido quedando atrás. El poder lo ha transformado. Ha desmigajado una regla universal: en la lucha por el poder los líderes políticos se acercan tanto a la gente, caminan con la gente como si fueran uno más. Cuando llegan al poder, la ritualidad del mismo tiende a aislarlos y se sitúan muy distantes de los ciudadanos.

Cuando empezó a aparecer con la gente en los campos produjo un choque cultural muy extendido. Pocos lo entendieron. Aquel famoso salto de un charco en una zona rural fue impresionante. Luego bordeando o atravesando un canal o una alambrada en un predio agrícola. “El presidente se está exponiendo demasiado”, fue un comentario  de este diario.

Eran “las visitas sorpresa” que nunca se anunciaron y ya son rutinarias, en las cuales el presidente comparte con la gente, a veces como un concurrente más. Escucha, registra y dispone, sin más mediadores que los imprescindibles.
El candidato distante se transformó en el presidente presencial. Y desde entonces ha impuesto su impronta.

Puntual. Llega a las actividades a la hora anunciada, o antes. Sorprende hasta a los organizadores. Viaja de un punto a otro de la ciudad. Ahora puede estar en el Palacio Nacional, pero horas después podría estar acompañando a un grupo de empresarios. Y dos horas después encabezando una inauguración en una distante provincia. Y en la noche, de nuevo en Palacio. No se para.

¿Cuántas horas trabaja Medina de domingo a viernes? ¿Cuántas le dedica al despacho? Porque, a luz vista, el gobierno camina. Evidentemente, el equipo ejecutivo le responde. Porque el hombre, gobierna, y obviamente, no pierde el sentido de la política.

¡Danilo es un bárbaro! Hay que reconocerle que es un fajador. Ahora saca tiempo para sonreír… la vida también le sonríe. Pero su reto está inconcluso…

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