La contaminación del subsuelo

Los desechos sanitarios en el Distrito Nacional y el Gran Santo Domingo han sido materia de atención para urbanistas, estudiosos y cuantos gestores de las ciudades han pasado por las alcaldías, desde la caída de Trujillo hasta nuestros días. Todos&#82

Los desechos sanitarios en el Distrito Nacional y el Gran Santo Domingo han sido materia de atención para urbanistas, estudiosos y cuantos gestores de las ciudades han pasado por las alcaldías, desde la caída de Trujillo hasta nuestros días. Todos se lamentan de cómo se posterga la solución de ese problema. Y pocos esfuerzos se impulsan para encararlo.

Mientras la ciudad acusa un crecimiento extraordinario, el manejo de sus descargas sanitarias se canaliza hacia el subsuelo, pese a los daños previsibles, ya estudiados, en el medio ambiente.

La semana pasada, el director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), Alejandro Montás, planteó el tema durante una comparecencia en el Almuerzo de este diario, y si bien dijo que trata de contribuir para mejorar el desempeño del viejo sistema cloacal de la Zona Colonial, Gascue y parte de las cercanías de la zona universitaria (UASD), reconoció que conlleva una cuantiosa inversión que necesariamente no le atañe y tampoco está en capacidad de desembolsar.

El pasado viernes Osiris de León se quejó de los miles de pozos filtrantes que se perforan sin control para drenar grandes edificaciones, y en un subsuelo altamente contaminado del que al mismo tiempo se extrae “agua” para algún uso humano.

Hablamos de la descarga directa de cualquier cantidad de desecho sanitario al subsuelo, pero al mismo tiempo, la zona Norte del Distrito Nacional vierte toda clase de desperdicios líquidos, industriales y de viviendas hacia los ríos Isabela y Ozama.

Un desastre ambiental tremendo. Y no pensemos en todo lo que se infiltra directamente, como aceites de motores desechados, desengrasantes, fluidos tóxicos de todo tipo de basura que se descompone en calles. Es un asco.
Asimismo, la contaminación de las aguas subterráneas y los daños conexos al destino final: el mar.

Y nadie quiere meterle el pico al problema. Construir el drenaje sanitario del Gran Santo Domingo cuesta todo el dinero del mundo, y no se ve. Eso lo dicen los políticos.

¿Cuándo alguien, los alcaldes, los urbanistas y urbanizadores, o el gobierno nacional, pondrán cara a tan grave situación?

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