Liderazgo añejo, relevo que espera

Como si el tiempo se hubiera quedado detenido, hay caras que se repostulan a la Presidencia de la República con el libro de propuestas de la pasada campaña sin variación. Una muestra de lo centrado que están los partidos en una

Como si el tiempo se hubiera quedado detenido, hay caras que se repostulan a la Presidencia de la República con el libro de propuestas de la pasada campaña sin variación. Una muestra de lo centrado que están los partidos en una sola figura. En los últimos cincuenta años, los dominicanos eligieron siete presidentes en once procesos electorales, de los que el extinto líder del Partido Reformista Social Cristiano Joaquín Balaguer y Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana, se reparten el 68% de esos periodos de gobierno.

Balaguer gobernó al país por 22 años, mientras que Fernández sumará en 2012, doce años en el poder, aunque interrumpidos.

El Partido Revolucionario Dominicano, que ocupó el restante 34% de gobiernos, doce años, es el que presenta diversidad de presidentes, a pesar de que estuvo en el poder por menos tiempo.

Durante unos 30 años los líderes fueron Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. Ahora, la palestra está dominada por Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina.

El panorama para las elecciones presidenciales del próximo 20 de mayo representa un ejemplo de esta “repetitividad”. Tenemos al candidato perredeísta Mejía encabezando los primeros lugares de preferencia, junto al candidato peledeísta Danilo Medina, según revelan encuestas, como ocurrió en el 2000.

Bien pudo haberse repetido el match del 2004, si Leonel Fernández hubiera accedido a la reelección.

El antropólogo social Carlos Andújar explica que en República Dominicana no existe la cultura del relevo, no sólo en el ámbito político sino en todas las instancias de la sociedad. “Somos una expresión de cultura autoritaria, una cultura de la prolongación, de la continuidad”. Para ilustrar su opinión hace un breve ejercicio: “Fíjese lo que pasa en la Suprema Corte de Justicia, en la Iglesia católica, en la dirección de las grandes empresas privadas. Vemos los mismos dirigentes desde hace años”.

En los partidos políticos la reproducción de esa tendencia se traduce en un empobrecimiento del liderazgo, porque le cierra el paso a nuevas propuestas.
Es una cultura arraigada desde los inicios de la República Dominicana. La historia reseña presidentes que tuvieron largos e ininterrumpidos periodos de gobierno, como Pedro Santana y Ulises Heureaux (Lilís).

“Hemos tenido la mala suerte de vivir una cultura política sumamente autoritaria”, opina Andújar.

Entonces, ¿faltan perfiles de nuevos líderes? Andújar cree que no, que lo que faltan son oportunidades, que los viejos dirigentes abran espacio. Considera que la pobreza amparada en el clientelismo político es la que mantiene ese reinado del liderazgo añejo. “Si hubiera alternabilidad no hubiera forma de que el clientelismo desaparezca esas maquinarias, la gente optaría por las condiciones de los candidatos y no por el poder que pudieran obtener”, concluye.

Para el politólogo Freddy Ángel Castro los partidos no son ejemplo de democracia, porque, a su juicio, son los primeros que incumplen sus reglas.

“Más del 85% de los órganos de los partidos no funcionan cotidianamente ni conforme a los mandatos de sus estatutos. Sólo se reúnen en tiempo de convención, congreso o primarias. Hay un debilitamiento real de la democracia interna de los partidos. El liderazgo que no es corporativo no tiene cabida en ellos”, sostiene Castro, miembro de la Academia Dominicana de Ciencias Políticas.

César Cuello, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en República Dominicana, descarta cualquier posibilidad de renovar la democracia en este país hasta que no se le dé oportunidades a la juventud.
“La falta de educación y de criterio político se convierte en un caldo de cultivo para el liderazgo paternalista. Se necesita un liderazgo abierto, flexible, que permita el relevo y la crítica”, puntualiza.

Consecuencias

Cuando una agrupación política centra su atención en un solo líder se expone a la extinción si esa figura desaparece. De la realidad nacional podemos escoger dos ejemplos, los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC) y el Revolucionario Independiente (PRI). Tras el fallecimiento de sus fundadores ha disminuido el número de sus seguidores, debido a que la norma que los regía era rendir culto a una persona en específico.

Para la sociedad, la falta de frescas figuras políticas también trae consecuencias. Castro opina que afecta a la sociedad porque el liderazgo añejo carece de innovación, de ideas modernas que trasciendan de lo meramente personal y coyuntural y en muchos casos tiene una visión corto clasista, no se compromete con nuevos valores. No se inscriben un proyecto de nación a largo plazo. La gente continúa votando por los mismos candidatos por el “elemento corporativo”, dice Castro, es decir la inversión política de hacer negocios con el Estado.

“Eso atrofia las iniciativas y hace abortar los deseos de las nuevas generaciones que son quienes deben ocupar esos puestos, cierra la creación de nuevos liderazgos y atomiza el liderazgo político”, destaca Andújar.

Los partidos alternativos tampoco renuevan líderes

Politólogos opinan que en los partidos emergentes está la institucionalización patrimonial y personal. Están más determinados por lo personal que por lo institucional.

No se estimula el desarrollo de los nuevos y no permite de manera adecuada la transición de los mandos. “Hay una dispersión de fuerzas que no llega ni a un 1% del electorado”, indica Castro.

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