El camino que hoy iniciamos requiere de una fe mayor a la acostumbrada. Si los vientos de la adversidad nos retaron a avanzar con todas nuestras fuerzas, las altas mareas de los cambios venideros nos empujarán hacia las costas de lo inesperado. Lo extremo será natural.
Los que han tenido mucho, quienes lo tienen todo, como los que no saben lo que tienen, siguen entrando apretadamente en esta involución social hacia la evolución milenial. Recuerda que las sendas de Dios están sobre las muchas aguas, que sus pisadas se reconocen discerniendo las de los audaces marineros, y sus rastros en la circuncisión de corazón de ciertos pescadores incomprendidos.
Tu victoria está mar adentro, tu libertad en la secreta comunión y tu gloria en la profundidad de tu fe.