Construir el cambio

Una de las críticas habituales a los gobiernos es que no mejoran la calidad de vida de la gente, y que en vez de reducir la pobreza, se acrecienta.

Una de las críticas habituales a los gobiernos es que no mejoran la calidad de vida de la gente, y que en vez de reducir la pobreza, se acrecienta. De esa crítica no han estado exentas las administraciones del PLD, que va por su cuarta gestión.

Y en realidad, es una crítica que se extiende por América, sobre todo cuando los países experimentan crecimiento económico concentrado en pocas manos. O con mínima creación de empleos y mala distribución de la riqueza, una expresión ya en desuso.

Pese a ello, algunos países logran avances. Chile es un referente de éxito en políticas sociales inclusivas. La administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva introdujo cambios sociales dramáticos en Brasil y su modelo es objeto de atención. Sus dos períodos fueron suficientes para liberar a no menos de 40 millones de brasileños de la pobreza extrema, mediante programas de inclusión social. Sus conciudadanos lo han reconocido extendiendo el mandato del Partido de los Trabajadores (PT) durante doce años corriendo para 16, con la presidenta Dilma Rousseff.

El modelo brasileño ha inspirado a dirigentes de otros países, y han replicado algunos programas dirigidos a redimir a los pobres, mediante subsidios alimenticios, bonos escolares, etcétera. Pero de acuerdo a lo que ha sugerido Luiz Dulci, director ejecutivo del Instituto Lula, ex ministro de la Presidencia en tiempos del presidente Lula, hay una clave que no ha sido bien descifrada.

El modelo brasileño es una construcción social. No se la inventó un individuo o un grupo de individuos encerrados en un laboratorio. Fue el producto de un proceso político y social de gobernanza a lo largo de una larga carrera, desde diferentes instancias de poder, hasta el ascenso al poder total.

Es decir, para lograr mejorías en las vidas de las personas, es necesario no sólo conquistar la cima del poder, sino participar con visión de gradualidad, en la construcción del poder e involucrarse con la gente.

Los reformadores criollos no han entendido que deben aprender a gobernar. De abajo hacia arriba, sin distraerse tirando piedras o quemando gomas. Deben ayudar a construir la gobernabilidad, compartiendo con la gente en la búsqueda de soluciones.

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