En la galería de arte Bodden

El destino nos ha guiado hacia las obras de un ente cuya capacidad creativa es constante.

El destino nos ha guiado hacia las obras de un ente cuya capacidad creativa es constante. Los temas referidos brotan de su mundo de fantasía y se van adhiriendo al soporte como si se tratara de una pirámide que intenta alcanzar su punto más elevado en el proceso de construcción. Nos referimos pues a Benjamín Cruz, quien ha mostrado que con ahínco se pueden hacer realidad los sueños.

De modo que a medida que avanza en su proceso creativo, es apreciable la manera en que se apropia de pasajes bíblicos. Así, el Apocalipsis encuentra lugar en sus representaciones a través de un ícono en particular: el cuerno, elemento éste que se hará presente en muchas de sus representaciones.

Para esta entrega en la Galería de Arte Bodden, el artista se ha concentrado en un proyecto que ha estado vigente en su subconsciente y que pasa a ser una fuente primaria en su carrera como artista. Más claramente, durante su infancia ensayaba la combinación de técnicas de forma libre y espontánea. Ahora que la práctica se ha convertido en su compañera de viaje, ha buscado en los anales de su manantial de riquezas internas y, para su sorpresa, se ha encontrado con un caudal de conocimientos que le guían a la superposición no sólo técnicas, sino también de estilos.

De manera que apoyado en la tinta, el grafito, el collage, el grabado, el dibujo y otros medios, el artista logra armar un universo visual rico en detalles, desde una concepción que lo mismo le permite combinar neo-realismo, abstracción, figuración, expresionismo y surrealismo, sin dejar de abordar los elementos característicos en sus piezas como la exaltación de la figura femenina, así como también la incorporación de símbolos como la luna y el cuerno, asociados tanto a la mitología griega como al Apocalipsis.

El conjunto lo muestra a partir de una mirada muy particular, asumida mediante un trazado sinuoso y delicado, poblado de colores y formas vegetales, esencialmente, la palma y las hojas de plátanos, como exponentes de la caribeñidad en su producción visual.

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