“La lectura amplía nuestros horizontes y nos nutre de conocimientos”

Lo que llaman “inspiración” a la hora de escribir es para la escritora y periodista Emilia Pereyra un momento mágico, irrepetible, “es como un enamoramiento del que no puedo escapar”.

Lo que llaman “inspiración” a la hora de escribir es para la escritora y periodista Emilia Pereyra un momento mágico, irrepetible, “es como un enamoramiento del que no puedo escapar”. Ella se puede inspirar en una mirada atrapada mientras realiza una caminata, una frase escuchada en cualquier lugar, un pensamiento leído en algún libro, un hecho histórico, y por supuesto en acontecimientos comunes que le hacen decir: “¡Oh, pero aquí hay una novela o un cuento!”. Nacida en Azua de Compostela, Emilia Pereyra considera difícil prever en qué momento se producirá la fascinación, el detonante que le haga vislumbrar un tema para una obra literaria, pero cuando sucede, se da cuenta de inmediato y empieza a reflexionar constantemente sobre eso; va construyendo mentalmente la estructura de la historia, perfilando los personajes, “escribiendo” en sus pensamientos hasta que se sienta ante el computador. 

¿Qué significa para usted ser escritora?
Es un oficio estimulante y lleno de desafíos. Si se ejerce con pasión no hay posibilidad de aburrirse nunca, pues hay que crear y leer constantemente. ¡El campo de trabajo es inacabable! Es un alimento para el espíritu y el intelecto. Para ejercer la escritura hay que amar la palabra, tener ansias por la experimentación creativa y sensibilidad para explorar el interior. Es preciso sentir la necesidad de forjar mundos imaginarios y poseer el don de la creatividad, sin el cual no se puede producir literatura. Desmitificar el oficio y hacerlo parte de la cotidianidad hace posible que nos movamos en las aguas de la creación sin miedos ni grandes expectativas, pero con suficiente fluidez para disfrutar el viaje. Esa actitud se reflejará en las obras creadas y en la forma en que interactuamos con los colegas y con el medio, en sentido general.

¿Cuándo escribió su primer libro?
Mi primera novela, El crimen verde, la escribí en 1993. La concebí en la época en que hacía reporterismo con intensidad. Es una especie de novela negra que trata sobre un asesinato de un extranjero que ocurrió en esos años. Pese a la dureza del tema, me deslumbró porque percibí que en esa trágica historia se encontraba la posibilidad de crear una novela. Ahora que miro atrás, me doy cuenta de que no me equivoqué. Fue bueno crear la obra y significó mi entrada formal a la literatura. Antes, en los años ochenta, había empezado a escribir en un cuaderno una novela, pero se perdió. El drama se quedó gravitando en mi mente durante largo tiempo y finalmente encontré el espacio para escribirlo. Esa historia de ficción, esencialmente azuana, es el germen de Cenizas del querer, mi segunda novela publicada.

¿Planifica usted la estructura de sus libros antes de empezar?
Sí, soy planificadora. Sin embargo, también dejo que haga de las suyas “la loca de la casa”, la insospechada y misteriosa imaginación a quien la escritora española Rosa Montero dedicó todo un libro. Especialmente cuando escribo literatura dejo que la imaginación actúe con libertad, pues hace grandes aportes al proceso y no hay que frenarla.

Cuando escribe, ¿deja volar la imaginación o se basa en algo real?
Tengo obras que parten de la realidad y otras de la imaginación. Para mí no hay fronteras, porque la imaginación surge de la realidad y sin realidad no podría existir la imaginación. Aunque parezca un enredo de palabras, vale decir que realidad e imaginación están hermanadas y en ocasiones se funden.

¿Cuál es el libro que más le ha gustado escribir?
Una novela que todavía no ha sido publicada. Mientras la escribía, estuve en “estado de gracia”, como yo llamo a la plenitud sentida durante varios meses. Fue una etapa feliz. Ojalá pudiese repetir esa vivencia. Espero que cuando esta obra llegue al público los lectores puedan sentir un poco esa gratificante experiencia.

¿Cuáles son las cualidades de un buen periodista?
Un buen periodista nace y también se hace con una buena formación educativa y con la experiencia. Lo definen sus aptitudes, actitudes e interés de indagar para comprender las causas y consecuencias de los acontecimientos a los que debe aproximarse, con equilibrio, para informar de manera adecuada. Debe ser responsable, saber que no es la voz de Dios y estar consciente de las repercusiones que produce su trabajo, en una sociedad muy impactada por la labor de los medios, como la actual. Es importante que comprenda que él no es el protagonista, y que la relevancia la tienen los hechos y sus actores, que él debe proyectar hacia la sociedad, ofreciendo una adecuada contextualización. Es importante que respete las fuentes y maneje con ética las informaciones.

Periodista y escritora,¿qué llena más el bolsillo?
En mi caso, lo que llena un poco mi cartera es la palabra, la lengua española, el instrumento que me permite trabajar, ya sea en el periodismo, en la literatura o en la comunicación. Naturalmente, ni el ejercicio del periodismo ni de la literatura en nuestro país permiten acumular grandes caudales, pero en los últimos años las circunstancias han ido cambiando, y ya sí posibilitan que se pueda vivir con dignidad.

Lenguaje
Nuestro idioma ofrece grandes posibilidades para la creación. Muy tempranamente me conquistó. Por eso lo cultivo, lo estudio y lo aprecio, como la materia prima esencial para escribir y comunicarme”.

Actitud
Es tan difícil creer en la supuesta y cuestionada objetividad del periodismo, afectado en ocasiones por la subjetividad y los prejuicios y la guerra de intereses”.

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