Sócrates Montás: entre la actuación y la medicina

Sócrates Montás, médico gastroenterólogo, lleva también el arte consigo, lo que le ha permitido incursionar en el teatro y en el cine. Considera el arte un instrumento para hacer medicina diferente.En su caso, el teatro constituyó…

Sócrates Montás, médico gastroenterólogo, lleva también el arte consigo, lo que le ha permitido incursionar en el teatro y en el cine. Considera el arte un instrumento para hacer medicina diferente.

En su caso, el teatro constituyó otra manera de ayudar a pacientes y satisfacer sus necesidades de actor y de médico, porque “me ayudó a hacer filantropía”.
Lo recaudado en sus obras lo donó a centros de salud y asistencia.

Así como su herencia lo lleva a la medicina, su curiosidad y cuestionamiento sobre lo que acontece a su alrededor lo acercan a las letras, a la filosofía y a la religión.

Con apenas diez años de edad, pierde a su mejor amigo. ¿Por qué suceden estas cosas? ¿Por qué el dolor? Entonces ahí inicia su búsqueda entre los egipcios que hablaban del mundo de los muertos, la biblia, la iglesia, y todo ello lo acerca a Dios.

Tras la muerte de un tío, fue con su padre a seleccionar unos libros a modo de herencia. Allí escoge los versos sencillos de José Martí, El Hombre Mediocre, de José Ingenieros; la biografía de Máximo Gómez y un libro de yoga. Esos libros marcaron su desarrollo cultural.

Sus primeros escritos fueron publicados cuando apenas contaba con 22 años. Reflexiones de libre pensamiento que hacía sobre aspectos puramente filosóficos en momentos de profunda tristeza.

Incursiona en el teatro haciendo monólogos. “Mi novia lleva mis escritos a Jorge Santiago y éste dijo: ‘¿tú haces guiones?’ Estudiaba Medicina. Entonces me solicitó que le hiciera los guiones para él ensayar”.

Al graduarse de Medicina no le daban papeles principales, precisamente por ser médico. Recuerda, cuando un director de teatro le dijo: “No Sócrates, tú me dejas un teatro lleno por un paciente y yo te mato. Nunca he visto a un médico actuando, usted o es médico o es actor”.

Con Amaury Sánchez entra en el musical de Evita Perón y ”eso me dio la energía para arrancar de nuevo”.

Es cuando su padre le dice: si quiere hacer algo de teatro haga “Cartas a Evelina”.

Ahí hace el papel principal. Con Jorge Santiago transformó la obra. Eso implicó “un esfuerzo de memoria descomunal, porque todo son citas históricas de lugares”. Recaudaron cerca de medio millón de pesos donados para activar el quirófano de urología del hospital Moscoso Puello, 2006.

Su tendencia a la historia lo llevó a investigar la vida de Américo Lugo, 2008. De ahí escribe la pieza teatral “Cartas a Trujillo”, desde donde reclama que se reivindique la vida y obra de Américo Lugo. Esta lo hizo visible a los ojos de Franklin Domínguez, quien le dijo: “tú tienes la memoria que yo necesito para mis obras, que son muy complejas”.

Domínguez escribe la obra “Ojalá hoy fuera ayer”. “Esa obra cumple con los requerimientos filosóficos, psíquicos y de obra psicológica que me gustan. Hace cuatro años dejé el teatro y ahora estoy centrado en el cine”, subraya.
En el teatro ha encontrado la sensibilidad que no se enseña en la escuela de medicina.

“La sensibilidad te la da tu educación familiar. En la medicina no se te enseña ni siquiera a rezar por un paciente”, subraya.

Destaca lo aprendido de su padre, como lo es la honorabilidad, “mi papá nos inculcó la importancia de dominar tres idiomas, tener un arte y una profesión.
Los idiomas -nos decía- le acercarán a las personas, la cultura les hace ciudadanos del mundo y la profesión a ganarse el respeto de la sociedad a la cual pertenecen”, evoca con notable satisfacción y orgullo. En el cine incursiona con el Rey de Najayo, representando al corrupto y traficante general Zapata. En el Teniente Amado, como el médico Durán Bracho. En Trópico de Sangre, que versa sobre las hermanas Mirabal, hace de uno de los matones. Y como médico vuelve en una película sobre la historia de Peña Gómez, de Agliberto Meléndez.
Como actor ha hecho ya dos veces de médico: “es más fácil hacer creíble la escena con un médico-actor”.

A propósito del Rey de Najayo dice que Quirino, Figueroa y Florián hicieron tres autopsias de la sociedad, tres necrologías “y han demostrado la podredumbre de nuestra sociedad a nivel militar, de juicio, corrupción y de moral.

Catedrático de Unibe, donde imparte Historia de la Medicina, ejerce como médico en Hospiten, Corazones Unidos y en la clínica Rodríguez Santos.
Cubriendo diferentes espectros sociales y resalta que “la enfermedad es la misma en todos esos lugares, pero cada quien tiene sus requerimientos y eso el médico tiene que cumplirlo”.

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