El río Ozama, y si hablamos del mismo obviamente también hay que decir Isabela, es foco de atención más que nunca antes. Es necesario.El Ozama tiene una importancia capital, no sólo en ruta final hacia el mar Caribe, sino en sus dos vertientes aguas arriba, hacia las estribaciones de Yamasá, sino también por el lado del afluente Isabela, desde su nacimiento en las inmediaciones de Villa Altagracia.
El Ozama impacta positivamente importantes comunidades de Santo Domingo Norte y la provincia de Monte Plata. Las prácticas avícolas, agrícolas y ganaderas en ocasiones afectan la calidad y el volumen de sus aguas. Algunas granjas lecheras vierten sus desechos en varios de sus afluentes. Asimismo, la agricultura de sobrevivencia y el sobre pastoreo aceleran los procesos de erosión que también tienden a degradar su cauce.
Y en la parte baja, el Isabela y el Ozama son vertedores del Gran Santo Domingo. Primero las grandes industrias que se instalaron en el corredor de la Máximo Gómez (Villa Juana y Villas Agrícolas), y luego la invasión humana en sus riberas.
El proyecto “Vida sobre el Ozama” es una primera respuesta ante el daño. Es una buena iniciativa, que como está concebida, pretende integrar a quienes ya son partes de una realidad.
El padre Manuel Ruiz lleva el liderazgo con una presencia viva, mediante la construcción de un hospital, un centro educativo y una parroquia. Ha utilizado varios elementos que han ido quedando de una historia de agresiones y daños. Una estructura de una embarcación y contenedores alojan instalaciones a través de las cuales se da servicio a los vecinos.
En lo inmediato, se estimula a recoger o disponer adecuadamente los desperdicios que inundan el río o su entorno, a cambio de alimentos. La idea es que los vecinos sean los mejores amigos del Ozama.
Asumimos que se trata de un inicio, y que otras voluntades, igual preocupadas o involucradas en la recuperación del Ozama, se sumarán a este paso por su vida.
