Deben ser acogidas

Es una pena que el debate de los contenidos en los artículos 107, 108, 109 y 110 del Código Penal observados por el Presidente de la República haya devenido en una acalorada discusión sobre la vida y la muerte. De un lado, el prisma religioso,…

Es una pena que el debate de los contenidos en los artículos 107, 108, 109 y 110 del Código Penal observados por el Presidente de la República haya devenido en una acalorada discusión sobre la vida y la muerte. De un lado, el prisma religioso, que se levanta como el derecho legítimo a la vida, y del otro, la defensa de los derechos de la mujer y las prácticas médicas acordes con la ciencia de la salud, la ética profesional, ambos vinculados a los valores humanos.

No teníamos que llegar a esta batalla en la que se han desnudado tantas pasiones, y especialmente, liderazgos irresponsables que juegan a las conveniencias políticas más que al bien social.

¿Acaso se discute el derecho a la vida? Todos los actores, incluidos los religiosos, saben muy bien que es el más sagrado, es el primero de los derechos, y así está consagrado en la Constitución.

¿Se pretende instituir un régimen permisivo de abortos? Igual todos saben muy bien que tampoco se trata de ello. Las pasiones no dan lugar al entendimiento. Y se recurre a actitudes fundamentalistas, negadoras de derechos.

El liderazgo político actúa temeroso de un voto castigo.

Aunque comprensiblemente difícil, conviene que todos traten de situar la discusión en su verdadera dimensión. La realidad es que por los mismos motivos de hoy, los legisladores de 2006 actuaron con la misma perspectiva, y por eso el Ejecutivo de entonces observó la normativa.

El Presidente Medina señala que el artículo 107 del Código no satisface las exigencias del Principio de Legalidad, uno de los pilares de la justicia dominicana, consignado en la Constitución y el Código Procesal Penal. La ley no precisa de manera inequívoca en qué circunstancia una práctica médica puede ser perseguida como un mero aborto. Tampoco establece las excepciones en que se desconocerían los derechos a la vida y la salud de la embarazada.

En medio de todo, está la ley misma, tan requerida por la sociedad en estos tiempos difíciles. Sería lamentable que los estados pasionarios se lleven de encuentro el Código Penal. Las observaciones del Presidente deben ser acogidas.

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