La democracia al desnudo

La mayoría de la población dominicana está de acuerdo en las ventajas que tiene la democracia sobre cualquier otro sistema político.

La mayoría de la población dominicana está de acuerdo en las ventajas que tiene la democracia sobre cualquier otro sistema político. En teoría, se valoran sus beneficios y se aspira a que el país avance cada vez más en su institucionalidad democrática. Se puede decir que existe un discurso común que reconoce los aportes de la participación, la inclusión y el respeto de los derechos políticos para mejorar el desarrollo humano en cualquier sociedad. Sin embargo, en la concreción de la democracia, en su puesta en práctica, es sorprendente la diversidad de interpretaciones y contradicciones que se dan. Esto evidencia un divorcio entre el discurso y la acción democrática.

La posibilidad de ser testigo del debate en la Cámara de Diputados sobre las observaciones al Código Penal, permitió constatar las contradicciones existentes en el país entre teoría y práctica democrática. Esta sesión puso al desnudo la democracia dominicana, sus limitadas virtudes y sus profundas carencias. Entre las bondades se puede destacar el hecho de que la transmisión del debate legislativo se constituyó en un acto de transparencia que contribuye a afianzar el sistema político. Debe reconocerse además el esfuerzo de varios legisladores/as de plantear sus posiciones en base a argumentos, lo que permitió en algunos momentos, una discusión de mucha altura.

Lo que puso de manifiesto las limitaciones en el ejercicio de la democracia fue que muchos legisladores confundieron el Congreso Nacional con un templo religioso. Llamó la atención la cantidad de veces que fue citada la Biblia para respaldar argumentos sobre un tema que tiene que ver con la salud, el derecho a la vida y el respeto a la dignidad de las mujeres. Estos legisladores confundieron su rol de servidores públicos e ignoraron que las leyes y las políticas públicas se definen para todos, sin importar que los beneficiarios tengan o no creencias religiosas. La democracia moderna supone separar Estado de religión; lo lamentable es que muchos aún no se hayan dado cuenta de este aspecto fundamental.

Por otro lado, se evidenció la debilidad del debate en democracia, cuando muchos legisladores que rechazaron las observaciones del presidente, tuvieron que recurrir a la descalificación del contrario, a la manipulación o al relato de anécdotas personales para plantear sus posiciones en un tema que afecta directamente a tantas personas. Otra situación que desveló la fragilidad democrática en este debate, lo fue la pretensión de buscar salidas, como tantas veces en el país, que no disgustaran a nadie; bajaderos que limitan el reconocimiento de derechos y que al final, son decisiones cuestionadas por todos.

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