Este es un país donde todos los procedimientos y normas a establecer se convierten en una fuente de conflictividad, y rutinariamente surge o se estimula un rechazo gratuito, sin ninguna causa que no sea la vocación a lo díscolo, a esa tendencia a la desobediencia a cuanto viene “de arriba”. Puede ser incluso la mejor medida, y por ser tal, debe encerrar algo, y se le busca la quinta pata.
Es lo que ha aflorado tras el anuncio, desde octubre pasado de que el 10 de enero la “cédula amarilla”, o “vieja”, perderá vigencia y entrará en vigor la nueva.
La presidenta del Senado, Cristina Lizardo, cree que el plazo de vigencia del actual plástico debe ser extendido, porque todavía dos millones de dominicanos no han sacado el nuevo.
La realidad es que como siempre, hay dominicanos que dejan decisiones importantes “para luego”, para última hora. Ese es otro deporte nacional. Pero el pleno de la Junta Central Electoral (JCE) puso un límite a la vigencia del actual documento, hasta el 10 de enero, lo que no significa que las personas no podrán obtener la nueva vencido el plazo. Además, es una resolución institucional, que debe ser respetada.
Conociendo la conducta del criollo, la JCE optó por la presión resolutiva, para que la gente acuda, en el entendido de que sin la cédula no podrán realizar las actividades propias de la vida civil, del comercio, y de todo género que requiera de ese documento de identidad.
Así es que funciona la sociedad y así debemos acostumbrarnos. Es un plazo fatal. Pero las vías están expeditas para obtener la cédula nueva.
Un comunicado transmitido por la JCE ayer dice: 176 centros de cedulación están abiertos en el Distrito Nacional y todos los municipios del país; otros 75 centros son operados en unidades móviles en distintos puntos del territorio nacional. Esos centros laborarán de 8:00 de la mañana a 7:00 de la noche, de lunes a viernes; los sábados de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde y los domingos hasta las 2:00 de la tarde.
El que no saca la cédula nueva es porque no quiere. Nada le impide renovarla.
