El Caminante, de Heberto Castillo Guerrero

Bonifacio Landencosme es un pintoresco y rigurosamente caracterizado antihéroe, personaje central de la novela El Caminante, del debutante escritor Heberto Castillo Guerrero, en cuyas andanzas atrapa al lector, con vivencias en las que podría verse&#823

Bonifacio Landencosme es un pintoresco y rigurosamente caracterizado antihéroe, personaje central de la novela El Caminante, del debutante escritor Heberto Castillo Guerrero, en cuyas andanzas atrapa al lector, con vivencias en las que podría verse reflejado como en un espejo cualquier dominicano de las últimas generaciones.

Benjamín de una esforzada familia de Moat, pendenciera población agropecuaria que oscila entre lo rural y lo urbano, Bonifacio llega al mundo en un parto que le cuesta la vida a su progenitora. El sentimiento de culpabilidad le acompaña por ser el fruto de una desgracia que marcó toda la prole, muy especialmente al padre, Don Pedro, quien con resultados traumatizantes trata de llenar el vacío con una madrastra, prostituta retirada que no renuncia a sus perversidades. Nacido en San Rafael del Yuma en 1979, Castillo Guerrero se esfuerza en la depuración del estilo, con las técnicas de la narrativa moderna y posmoderna, logrando como resultado una literatura humanística, contraria a la deshumanización del hombre por el consumismo del mercado. Esto, sin sacrificar el valor estético. La crudeza de la vida, con sus dilemas, sueños, dichas fugaces y desengaños, imbricada con sentimientos como el amor, el odio, deseos de progreso y prejuicios sociales, forjan el personaje ambiguo en que termina Bonifacio, El Caminante. De fracaso en fracaso, camina desde Moat hasta la Capital, en procura de estudio y trabajo, milita en la izquierda revolucionaria de los 12 Años, tropezando siempre con la misma piedra, representada en Perla, la hermosa compueblana que le enseñó el amor y el desamor. Como muchos antihéroes de la nueva narrativa dominicana, Bonifacio huye a Puerto Rico en una yola junto a la amada, arrancándosela de los brazos al exitoso narcotraficante que ha jurado vengarse. Dramático es también el final del “Boni”, por lo que Justiniano Estévez, el prologuista, recomienda a los directores de cine que lleven la novela a la gran pantalla. Adelante, pues, cineastas.

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