Juan Freddy Armando, Alexis Gómez Rosa y la Máquina olandera

Hoy cedo el turno a dos poetas decididamente fuñones, como diría el Apolinar Nuñez de otra época (“Poemas decididamente fuñones”, 1972).

Hoy cedo el turno a dos poetas decididamente fuñones, como diría el Apolinar Nuñez de otra época (“Poemas decididamente fuñones”, 1972). Uno es Juan Freddy Armando y otro Alexis Gómez Rosa. Uno presenta y el otro es presentado, pero la presentación siempre lleva aparejada la representación y por lo que puedo entender ambos comulgan un poco en la misma cancha y las afinidades selectivas nada tienen que ver con coincidencias, ambos tienen un sentido lúdico, del lenguaje, travieso, juguetón, excepcionalmente festivo en ocasiones.

Lo que aquí se publica es sólo parte del texto de Juan Freddy Armando sobre Alexis Gómez Rosa, y además con el título mutilado (La Máquina olandera lo deslumbra en exceso y lo castigué por desmesurado)].

Alexis Gómez Rosa:
A propósito de su poemario Máquina olandera y otras olas de lava & lanman.
Juan Freddy Armando

Literalogía: una ciencia
Me parece que el mejor modo de empezar a hablar sobre este libro Máquina olandera y otras olas de lava & lanman, de Alexis Gómez Rosa, es exponiendo algunas reflexiones previas sobre el análisis de una obra literaria, las cuales servirán de base al enfoque que haré sobre el libro y sus poemas. ¿Es posible observar un texto literario desde un punto de vista objetivo, válido para cualquier época o cultura? ¿Puede el texto ser objeto de estudio de la ciencia? ¿Existe una ciencia de la crítica literaria, o las consideraciones de los estudiosos no son más que visiones subjetivas, individuales, personales, que no trascienden el gusto particular de quien las expresa? Y si es así, ¿cómo pudo establecerse una categorización y escala o ranking entre los escritores y obras del mundo, de modo que sabemos que hay creadores de hitos y escuelas, grandes clásicos, talentosos, buenos, medianos, escritores comerciales, etc.? ¿Y si no es una ciencia la crítica literaria, por qué las más rigurosas, exigentes y calificadas universidades del mundo tienen licenciaturas, maestrías, doctorados en estudios literarios?

Las respuestas a estas preguntas nos llevan derechito a la idea de que realmente el estudio y discusión de una obra literaria posee el mismo carácter que el de la medicina, ingeniería, sociología, economía, filosofía, biología y otras, aunque su objeto de estudio sea en muchos casos más o menos escurridizo que en ellas.

Pero de seguro que la ciencia de la crítica literaria o literalogía y criticología (valga mi invención y definición de ambos términos) cumplen con los clásicos requisitos que definen a una ciencia: poseen objeto de estudios, metodología de observación y experimentación, formulación de hipótesis y tesis, organización sistemática de conocimientos, explicación de principios y causas.

Hablo también de criticología, ya que la literalogía formaría parte de esta ciencia más general, que ha de abarcar, además de la crítica literaria, la crítica de artes plásticas, música, danza, y otras áreas del ejercicio creador.

Como es lógico, esta idea de ver la crítica literaria como ciencia no es original mía. Sócrates la avizoró en su mayéutica. Platón en sus diálogos. Aristóteles la prefigura en su Poética, y es seguido por otros estudiosos, entre los destaca Hegel, con su Estética.

Pero quienes asumieron esta tesis de forma expresa fueron los formalistas rusos, Víktor Shklovski y Vladímir Propp, quienes hablan ya claramente una teoría y crítica literaria y estudios de lingüística, demostrando así que el texto literario puede ser estudiado objetivamente como área de conocimientos con autonomía para existir y ser analizado en sus partes. De ese modo, los formalistas rusos abatieron las críticas positivista e impresionista y otras que se basaban en subjetivismo y visiones personales.

En nuestro tiempo, ha seguido discutiéndose si la crítica es o no ciencia, pero el hecho de que, como he dicho antes, las universidades la tengan como área de estudio evidencia la tesis de que lo es.

Mi decálogo criticológico:
Debo ahora decir que para estudiar Máquina olandera, de Alexis Gómez, también partiré de que el libro cumple con los parámetros del decálogo que, como parte de mis atrevimientos críticos, he elaborado para analizar una obra literaria. Es decir, para ser de calidad, a mi juicio, una obra literaria debe tener:
1ro. Creatividad suficiente como para considerarse algo nuevo en el quehacer artístico escrito. 2do. Interés humano del tema tratado, ligado a la vida de la gente en cualquier tiempo de la historia. 3ro. Ser capaz de estremecer las fibras sensibles del ser humano promedio. 4to. Producir deleite a los lectores con sentido común y buen sentido. 5to. Estar estructurada en un castellano elegante y ortográficamente correcto. 6to. Poseer profundidad filosófica, ya que todo gran literato ha de ser un filósofo intuitivo. 7mo. Contener una pasión moral y ética nueva o ya existente, asumida desde la particular visión que el autor busque comunicar. 8vo. Verosimilitud y credibilidad dada por el empleo de trucos basados en una apariencia científica o real. 9no. Debe transgredir los cánones formales principales de las letras y el mundo hasta ese momento, lo cual mide su grado de aportes. 10mo. Que en ella, el escritor logre superar la trampa de copiarse demasiado a sí mismo o plagiar a otros, aunque use sus influencias.

A partir de estas bases, acerquémonos al libro Máquina olandera, de Alexis Gómez Rosa, para analizarlo en términos de sus aportes al desarrollo de la poesía en el país y en el mundo en este momento. De ese modo, lo veremos como un objeto de estudios de esa ciencia que es la crítica literaria, de la cual pretendo ser un aspirante, un aficionado, un amasteur, un neófito cultivador.

Logros formales

En primer lugar: Lo popular y caribeño desde el título. La alegría que baila en las calles, la cumbancha de bares y prostíbulos, la desgraciada vulgaridad hecha divina y santa, es lo que anuncia el libro desde su primera muestra. Y es una de las virtudes que encontramos en su desarrollo.

El título viene de una mezcla referencial de la música popular (la primera parte viene de la vieja salsa en clave de ritmo oriza llamada Maquinolandera escrita por Margarita Rivera García en 1957) y la segunda parte la interpreto como una alusión subliminal al anuncio del Agua de Florida de Murray y Lanman que encontrábamos siempre en el Almanaque de Bristol.

Por cierto que Doña Margot, la autora, nació en Gurabo, Puerto Rico, y es la madre del sonero mayor, Ismael Rivera. El título Maquinolandera -según Angelus Menmmv- es un invento verbal de esa dama, para referirse a los vehículos con que los jóvenes puertorriqueños trataban de impresionar a las muchachas.

Yo especulo que lo de olandera es una deformación de la palabra volandera (que el diccionario de la RAE define como algo que vuela y se mueve sin parar), para aludir a la alta velocidad, los sonoros frenazos, etc. que estuvieron de moda en la juventud de la época.

Segundo, mezcla de prosa y verso. Al ver a grosso modo las páginas notamos que hay una mezcla del poema en prosa con el de versos. La mayor parte de las veces la prosa se impone, y el texto está hecho de estrofas o párrafos cortos que hacen más agradable a la vista el proceso de lectura. Esa estructura y la atmósfera del libro me trae al recuerdo el Cuaderno de un retorno al país natal, el emblemático poema de Aime Cesaire.

Tercero: Llamados y notas. Se trata de una innovación que Alexis Gómez Rosa introduce en la poesía dominicana con su libro Oficio de postmuerte: el poema con llamadas y notas al pie de página. Como se sabe, en este caso la poesía usa una manera de la ciencia, ya que los libros de investigación son los que nos tienen acostumbrados a los mismos. Parecería molestoso e innecesario en la poesía. Sin embargo, Alexis los hace agradables porque nos ofrecen informaciones, ora humorísticas, ora científicas, ora anecdóticas o vernáculas, las cuales nos amplían el ámbito de goce del poema.

Cuarto: El encabalgamiento sintáctico que, cuando lo vemos la primera vez nos luce un error, pero el proceso de la lectura nos muestra que aparece una y otra vez como recurso formal en varios poemas. Deducimos entonces que se trata de una invención rítmica de contenido y forma engarzando dos oraciones en la continuidad de una: “Obraron a nombre del Señor y se sacaron un bolo la lotería / no alcanzó para tantos criados bautizados / en el hambre”. Pongo en cursiva la segunda oración que se amarra con la primera, en tipografía normal. (pág. 58).

Quinto: El poema discute con el poema, en constantes alusiones hacen al lector sentir más vivo el diálogo que ha de significar el discurso del escritor. Las alusiones unas veces se refieren a aspectos técnicos cuyas soluciones el poeta juega a haber tenido dificultad en encontrar o no haberlas hallado, o expresa la alegría del triunfo de conseguirlas. Otras se refieren, irónicamente, a aparentes conflictos con la realidad del poeta como individuo que sufre el problema que le ha ocasionado el enfoque de otro escritor o las situaciones reales en que se enfrenta con personas o acontecimientos de su vida.

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