Triunfo de la razón y de la fe

París, Francia.- Desde esta ciudad europea, cuna de la declaración universal de los derechos humanos, donde me encuentro en compromisos familiares, le di seguimiento de manera muy precisa a todo lo acontecido con la discusión y aprobación de las&#8230

París, Francia.- Desde esta ciudad europea, cuna de la declaración universal de los derechos humanos, donde me encuentro en compromisos familiares, le di seguimiento de manera muy precisa a todo lo acontecido con la discusión y aprobación de las observaciones del código penal por parte del presidente Danilo Medina. Desde el principio establecí que era un gran error del presidente tratar de establecer una vía donde se legalizara el aborto, pues eso era una violación al artículo 37 de la constitución. Una cosa es que si una mujer queda embarazada y fruto de las complicaciones de dicho embarazo, la criatura muere, no se debe establecer responsabilidad penal y otra muy diferente es abrir las puertas para que toda mujer embarazada decida abortar cuando quiera. La decisión tomada por los diputados fue muy sensata. Tal y como dice el comunicado emitido por los principales líderes evangélicos de nuestro país: “El texto aprobado sobre este tema, en la parte capital del artículo 110 del Código Penal, tiene el acierto de que no privilegia ni valora una vida por encima de otra, sino que reconoce, como manda la Constitución, igualdad en dignidad tanto de la vida de la madre, como la de la criatura por nacer, al exigir como requisito para eximir de responsabilidad penal, que se haya intentado hasta el extremo salvar ambas vidas.”

Si no se establecía con claridad meridiana que los médicos debían hacer todo el esfuerzo de salvar las dos vidas, no sólo la de la madre, entonces estábamos aprobando el aborto. Gracias a Dios que tanto el presidente Medina como el expresidente Leonel Fernández hicieron lo que tenían que hacer para evitar que el PLD enfrentara un serio conflicto con los sectores cristianos evangélicos y católicos de nuestra nación, lo cual le podría traer serias consecuencias políticas en una época preelectoral.

Triunfó primero la razón y luego la fe. Teníamos la razón los que abogamos por defender la vida de ambas partes del embarazo. Teníamos la razón los que establecíamos que no se puede legislar aprobando el aborto en cuanto a incesto o violación porque eso es violar el artículo 37 de la constitución. Y si bien es cierto que eso se envió para una discusión de una ley especial, en ese momento nuevamente estaremos defendiendo el derecho a la vida de un hijo o hija que no tiene la culpa de que su madre haya sido violada o que él presente algunas complicaciones que puedan ser superadas por los adelantos médicos. Teníamos razón los que decíamos que el aborto terapéutico es una perogrullada y que lo que se buscaba era otra cosa. Porque teníamos razón se impuso la justicia en la decisión de los diputados.

También triunfó la fe. Sí, esa fe que nos viene de nuestra profunda relación con Jesús y que nos enseña a amar intensamente a todo el mundo, defender la vida por encima de todo y a entregarnos por los demás. Nuestra fe no es sólo para cultivarla en las iglesias y a escondidas. Nuestra fe es para llevarla a todas partes y tratar de que la sociedad se encamine por los valores precisos de esa fe. Queremos una patria que cada día esté más cerca del amor de Dios y de su palabra. Por eso defendemos y defenderemos siempre la vida que sólo ese Creador puede dar.

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