Entre iguales

A lgunas abuelas suelen decir: “la gente se casa con su igual”. Y los nietos se ríen de tan anticuado planteamiento. Pero resulta que muchos economistas están de acuerdo. Y utilizan el término, bastante raro por cierto, de “apareamiento selectivo

A lgunas abuelas suelen decir: “la gente se casa con su igual”. Y los nietos se ríen de tan anticuado planteamiento. Pero resulta que muchos economistas están de acuerdo. Y utilizan el término, bastante raro por cierto, de “apareamiento selectivo positivo” para referirse a este fenómeno.

Este término se cogió prestado de los biólogos, que lo utilizaban para referirse al mundo animal. Parece pues que en ambos mundos, los “iguales” tienden a emparejarse o asociarse.

Por eso es más probable ver a un hombre atractivo y exitoso, acompañado de una mujer bella y exquisita, dos buenos bailarines juntos y los abogados más brillantes asociados en la misma firma.

También es por esto que solo en cuentos y películas, abundan las historias donde un chofer se casa con una princesa, o una prostituta con un rico empresario. ¡Claro que hacen soñar! Pero en la vida real, la gente se casa más bien con los de su misma clase, y perpetúa así su lugar en el sistema económico.

Existen incluso los “power couples”: parejas de gente muy ambiciosa, que se refuerza mutuamente en el logro de metas. George Clooney y la destacada abogada que es hoy su esposa, podrían convertirse pronto en una pareja de este tipo.

Por lo general, esta forma ordenada y premeditada de asociarse, produce a la larga mayor bienestar: porque la mujer poco atractiva e insípida, terminaría sintiéndose insegura y “a menos” con el hombre “casi perfecto”, el intelectual se aburriría con la tonta, y la chica que amara bailar viviría frustrada con quien no supiera.

En el mercado laboral, los mejores profesionales terminan también trabajando juntos. Admitir un mediocre en el grupo los retrasaría porque no tendría ni el mismo ritmo de trabajo ni la misma obsesión por triunfar.
Cruel o justo, esto es lo que ocurre: las personas viven, trabajan y alternan con gente parecida.

A los jóvenes burlones que lo acepten. Por más que intenten desafiar convenciones, terminarán, casi seguro, como dice la abuela: juntándose con su igual. Porque al fin y al cabo, es lo que conviene. Hasta los pajaritos y los mosquitos lo tienen claro.

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