Los bosques que no duelen

El comportamiento de las autoridades nacionales frente a la explotación de carbón vegetal en la frontera con Haití en las provincias Independencia y Bahoruco sugiere que existe un régimen de tolerancia. Nada nuevo que no sepamos acerca…

El comportamiento de las autoridades nacionales frente a la explotación de carbón vegetal en la frontera con Haití en las provincias Independencia y Bahoruco sugiere que existe un régimen de tolerancia.

Nada nuevo que no sepamos acerca de que más de un 75% de los hogares de la parte Sur de Haití cocina con carbón y leña, pero principalmente con el primero, porque la última se acabó y el primero llega fácil de República Dominicana.

El carbón no es un alfiler o una latita de salchichas. Un saco es bastante voluminoso y no puede ser transportado de un sitio a otro sin que llame la atención. Y quienes tienen a cargo el control forestal necesariamente se hacen de la vista gorda para no darse cuenta de lo que pasa.

No es sencillo transportar monte adentro más de 37 mil sacos de carbón, todos los meses. Llegan en camiones hasta el lago Sumatre y desde ahí a Fond Parisien hasta Puerto Príncipe.

Quizás se trata de una conducta generosa hacia los hermanos haitianos dada sus dificultades de sobrevivencia. Pero esa generosidad tiene un impacto dramático en una zona de por sí semidesértica, como es la frontera entre las provincias Independencia y Bahoruco.

Una explotación tan brutal puede precipitar sobre ese lado de la República la degradación de los suelos, la desertificación total y el desequilibrio ambiental.

La región Enriquillo, y en particular esas dos provincias, es muy frágil. El recurso agua es limitado y los suelos bajos están amenazados por la salinización acompañada de humedales muertos. Depredación en las formaciones altas equivale a arrastres que erosionan los suelos del valle.

Pero esa zona tan pobre de la República importa poco. Sus gentes, sus recursos naturales no forman parte de la agenda nacional priorizada.

Los daños provocados por más de 200 productores de carbón, haitianos y dominicanos, continuarán. Nos conformamos con decir que colaboramos con las autoridades haitianas para que el escaso 4% de la cubierta boscosa que sobrevive en Haití no se reduzca a cero.

Los bosques de ese lado de la frontera no duelen a nadie.

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