La intención autoritaria de reescribir la historia

En la novela 1984 el escritor británico George Orwell plantea los diversos recursos a los que apela el régimen totalitario de una ficticia región, para mantener el dominio de las personas contralando incluso sus pensamientos. Esta ficción…

En la novela 1984 el escritor británico George Orwell plantea los diversos recursos a los que apela el régimen totalitario de una ficticia región, para mantener el dominio de las personas contralando incluso sus pensamientos.
Esta ficción retrató los totalitarismos nazi y stalinista. En estos, como en la novela de Orwell, cuando no convenía recordar un hecho del pasado se borraba de la historia o se reescribía. Un órgano del Estado contaba con tanto poder, que a través de sus decisiones podía determinar qué había acontecido en la vida de un país aunque entrara en conflicto con la realidad.

Esas pretensiones extremas no se quedan solo en la literatura o en la historia del siglo pasado. Estas ideas son acariciadas y puestas en práctica en el contexto actual a pesar de los supuestos avances de la democracia. En el caso dominicano, la visión ultraconservadora predominante en el Tribunal Constitucional (TC) ha empujado a esa solemne institución a tomar decisiones absurdas que superan la narrativa orwelliana y que someten al país a la vergüenza internacional. En la especie de “neolengua” que pretende imponer este tribunal a través de varias de sus sentencias, se desconocen los términos Derechos Humanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o dominicanos de ascendencia haitiana.

Efectivamente, a través de la sentencia 168-13, se borra la historia constitucional del país y se reescribe, desconociendo el legítimo derecho que tienen los hijos de inmigrantes haitianos que residiendo en el país, se encontraban en una situación irregular. Este derecho lo establecían todas las constituciones de la República Dominicana hasta el 2010. Pero los modernos “policías del pensamiento” determinaron que se hacía una interpretación errada y aplicaron de manera retroactiva la actual Constitución en contra del derecho fundamental a la nacionalidad de miles de dominicanos. Redefinen así la historia para justificar la privación arbitraria de la nacionalidad de estos grupos.

Como si lo anterior fuera poco, el TC dio a conocer esta semana la Sentencia 256-14 mediante la cual se pretende desconocer las competencias de la CIDH en nuestro país. Como por arte de magia, se intenta borrar una historia de 15 años de relaciones con la Corte Interamericana en la que los poderes del Estado le reconocían facultad para velar por el cumplimiento de la Convención Americana de los Derechos Humanos a nivel local. Lo peor es que esta decisión se toma violando los procedimientos de la Convención Interamericana y de la propia Constitución dominicana. Peligrosa decisión que deja en desamparo a muchos(as) dominicanos(as) víctimas de violaciones de sus derechos fundamentales.

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