Los dimes y diretes de los políticos tienen hastiada a mucha gente, y están contribuyendo en mucho al descreimiento de la colectividad en el sistema de partidos, que a fin de cuentas, son el instrumento de los políticos para agenciarse poder e influencia. Tal reflexión nos surge a propósito de los detalles que revela el informe público del PRD sobre el destino y uso de recursos durante la pasada campaña electoral. Escrutando en ese informe, uno atina a entender por qué hay dirigentes que se afanan tanto por mantener ciertos controles en las organizaciones, y persisten en ejecutar acciones para cerrarle el paso al relevo, lo que es lo mismo que decir que castran el surgimiento de nuevos liderazgos para la renovación y disciplina de los partidos políticos. Dicen que por la plata baila el mono, pero parece que no solo es al mono a quien le gusta el baile…
Escándalo
La sociedad dominicana agota un proceso tal de descomposición que se hace evidente en la pérdida de valores y conciencia de la gente. Muchos creen que la ley es buena solo cuando se aplica a los demás; cuando su aplicación les afecta directamente, entonces entienden que es mala. Hace unos días, encopetadas “damas de la alta sociedad capitaleña”, como se diría en la jerga cursi de la crónica rosa, protagonizaron tremendo escándalo a las puertas de un reconocido centro de salas de cine porque se les negaba el acceso, junto a sus hijas menores de edad, a la proyección de una película en cartel, con restricción hasta los 18 años, debido a las fuertes escenas que contiene. La algarabía y bulla de las damas quejosas era tal en la plaza que el gerente de las salas de cine salió a explicarles que la restricción obedece a que las escenas del filme son propias para adultos y no para niños(as), pero recibió en altavoz una andanada de epítetos y calificativos propios de comadres de barrios en discusión. Todo, porque “las damas de la alta sociedad” querían que sus hijas vieran las escenas fuertes de la película y no se les permitió. ¡¿Qué cosa? ¿Eeeeh?!
