El viacrucis, una acción de fe durante la Cuaresma

Una nación y su sociedad se basan desde distintos puntos, siendo su historia, su cultural, sus tradiciones y su fe aspectos vitales para definirlas, conocerlas y entenderlas. La fe, de manera particular, es uno de los factores más importante por…

Una nación y su sociedad se basan desde distintos puntos, siendo su historia, su cultural, sus tradiciones y su fe aspectos vitales para definirlas, conocerlas y entenderlas. La fe, de manera particular, es uno de los factores más importante por los que se rige el modus operandis de una sociedad, ya que a partir de ahí su gente, componente primordial, ejecuta acciones movidas por las creencias, por el sentir (aunque no vea) y por la voluntad de un ser superior: Dios.

En el caso de la República Dominicana, un país mayoritariamente católico, en distintas etapas del año se celebran diversas festividades propias del catolicismo. Una de esas festividades es la Pascua, la cual se aproxima, por lo que es de esperarse la realización de un gran número de manifestaciones por tal motivo.

Como parte de este proceso, está el viacrucis, que según explica Omar Arbaje De Moya, un devoto creyente y quien tiene estudios en doctrina social de la Iglesia y en Teología, es una piedad antigua de la Iglesia, en la cual los creyentes tratan de recorrer el mismo camino que recorrió nuestro Señor Jesucristo desde que fue apresado en el Huerto de Getsemaní hasta que fue sepultado luego de su muerte en la cruz.

“El viacrucis como tal, como ha sido aprobado por la Santa Sede, es una devoción de los siglos XVII y XVIII. Responde a muchas devociones que hubo en la Edad Media, sobre todo de las peregrinaciones a Tierra Santa, donde todavía se mantiene que los peregrinos hacen el mismo recorrido de nuestro Señor Jesucristo por la ruta que, según las antiguas tradiciones, el mismo siguió hasta el Calvario. Pero estas peregrinaciones a la tierra de Jesucristo ocurren desde los siglos II y III. Hasta el mismo San Francisco, en el siglo XII, hizo su peregrinación allí”, comenta Arbaje De Moya, quien también es médico, con una especialidad en Bioética.

“El objetivo principal de realizar con devoción el viacrucis es asociarse, en cierto modo, al espíritu de Cristo sufriente, quien, por voluntad propia y en obediencia al Padre, decidió dejarse maltratar para salvarnos.

Otro objetivo que deriva ya de la práctica comunitaria del mismo es la muestra pública de la fe, con la que los hermanos se animan unos a otros a recorrer el difícil camino de la vida y a unir los padecimientos (físicos, emocionales, espirituales, morales, etc.) al de nuestro Señor Jesús y así alcanzar juntos la santidad”, explica Arbaje De Moya.

Sus características

Debido a que el catolicismo se ha convertido en una religión “heredada”, existe mucha gente que no sabe identificar qué aspecto caracterizan el viacrucis, lo cual es vital para poder vivir una experiencia autentica.

Arbaje De Moya explica que para identificarlo, el viacrucis debe estar compuesto de catorce estaciones que representan momentos importantes del recorrido del Señor, cuyo requisito fundamental es que las personas peregrinen, es decir, se muevan, salgan de su estado estático y se sumen al esfuerzo de los que caminan hacia la patria celestial por medio de la Pascua.

“Cada estación es acompañada de lecturas tomadas de los relatos de los evangelios, y de camino a cada estación se hace una procesión con cantos o con rezos”, agrega Arbaje De Moya.

Y por comodidad de los fieles mayores (envejecientes), y por asuntos de seguridad de las personas, los templos parroquiales suelen tener las estaciones representadas en su interior, y entonces el viacrucis se hace dentro del templo. Pero, en el tiempo de Cuaresma suelen hacerse las procesiones en las calles, porque son testimonios de fe que han ayudado a que otros crean en Jesucristo y cambien de vida para bien.

Los jóvenes, cada vez más ausentes

¿Quiénes participan? Bueno… todo aquel que esté motivado a hacerlo, sin importar la edad. Aunque en esta actividad es cada vez más común ver personas mayores, que jóvenes. Además, de que es una actividad que suele hacerse más en las zonas rurales.

Con relación a este aspecto, el sociólogo Carlos Andújar considera que es evidente que las prácticas del catolicismo más ortodoxas, devienen cada vez más en una dilución social, por su propia naturaleza; es decir, que al ser consideradas como formas tradicionales de reafirmación de una fe que debe adecuarse a los tiempos modernos, es obvio que su adhesión sea cada vez más seguida por la vieja guardia, las personas de más edad que conservan en su memoria social, en su interior, las formas y maneras de su celebración tradicional, y el viacrucis pertenece a las más antiguas creencias cristianas.

“La sociedad moderna lleva una dinámica más acelerada y el viacrucis es un proceso más lento. Las tradiciones se enraízan en los grupos más viejos, pues se resisten a los cambios”, explica Andújar.

Sin embargo, el sociólogo dominicano no niega la fuerte militancia que jóvenes y personas más adultas expresan hacia la religión católica, que en medio de esta crisis de valores y utopías, se tiene como alternativa y recurso de salvación y equilibrio emocional de la gente.

En lucha por mantener la fe

La visión de Omar Abarje De Moya sobre la fe y sus manifestaciones apunta hacia que es “algo vivo”, pues considera que la tradición ha venido a ser como algo propio de quien tiene una fe sincera.
“Los fieles quieren que se realicen los viacrucis. Esto se puede ver cuando desde las parroquias salen a hacer el recorrido y la gente sale de sus casas y se une a la procesión”, expone Arbaje De Moya, quien dice que muchos han vuelto a retomar su vida de fe parroquial cuando ven la devoción de los que peregrinan y son personas de bien para sus familias y la sociedad. Sin embargo, hay quienes creen que es una tradición que ha mermado con el tiempo, como es el caso del sociólogo Carlos Andújar, que dice que es un tema que preocupa a los grupos conservadores de la iglesia católica.

“El desproporcionado proceso de secularización que vive sus prácticas y ritualidad en estos tiempos: música dentro del templo, actividades con grupos diversos de la sociedad, cuyas expectativas son reflejo de nuevos tiempos y otros retos, ha obligado a la iglesia católica a redefinir ciertos convencionalismos, aquellas prácticas más vetustas, volviendo a tu pregunta inicial. Estas prácticas quedan circunscritas a las poblaciones más entrada en edad, que por su propia mentalidad, se resisten a los cambios”, afirma.

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