A los 57 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi Veras

1.- Las  sociedades  deterioradas en el orden material y espiritual,  alojan en su seno toda clase de vicios, de taras, y uno de ellos  es la criminalidad en sus diferentes modalidades; el medio social  bajo el cual estamos viviendo los  dominicanos

1.- Las  sociedades  deterioradas en el orden material y espiritual,  alojan en su seno toda clase de vicios, de taras, y uno de ellos  es la criminalidad en sus diferentes modalidades; el medio social  bajo el cual estamos viviendo los  dominicanos en la presente coyuntura, no escapa a esa situación.

2.- Partiendo de la fea realidad antes descrita, en nuestro país cualquier familia está expuesta a ser afectada por una acción de naturaleza  delincuencial; al seno  de mi círculo  familiar llegó la criminalidad el 2 de junio de 2010, cuando mi hijo Jordi Veras Rodríguez, fue víctima de una tentativa de asesinato.

3.- Una vez ocurre un hecho criminal,  lo que procede es la investigación policial y judicial, y luego el proceso ante los tribunales; esos difíciles  caminos los hemos recorrido en busca de que la  vara de la justicia se extienda y alcance a los responsables del  operativo delincuencial del cual fue  víctima Jordi.

4.- Momentos  tormentosos, de tensión y aflicción hemos tenido que pasar para que el que pagó  y los que materializaron  la tentativa de crimen contra Jordi,  sean  procesados y condenados, aunque sabemos que al crimen organizado  no resulta fácil  aplicarle la ley,  por las maniobras que utiliza y los recursos de todo tipo de que dispone y utiliza en procura de evitar  ser sancionado.

5.- La asociación de malhechores que coordinó matar a Jordi, cumpliendo con los designios de Adriano Román, en todo el  curso del proceso judicial en su contra ha utilizado todas clases de maniobras a los fines de eternizar el conocimiento del caso.

6.-  En los cincuenta y siete (57) meses transcurridos desde que ocurrió el acto criminal contra Jordi, hemos permanecido serenos, en calma, armados de absoluta paciencia, con la firme creencia de que, no importa el tiempo ni la tardanza, al final se ha de  imponer  la justicia. Así lo espera  Jordi, mi familia y lo mejor de la sociedad dominicana.

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