El periodista y diplomático Carlos Colmenares Timmer falleció el pasado sábado en Caracas, Venezuela, luego de una dilatada carrera de servicio a su país y de lucha por la libertad de expresión en nuestro continente.
Oriundo de Maracaibo, Colmenares prestó servicios en las sedes diplomáticas de su país ante los gobiernos de Nicaragua, –en plena guerra interna-, Costa Rica, El Salvador, Chile, República Dominicana y Haití, así como en la cancillería venezolana.
Colmenares fue, también, secretario ejecutivo de la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Prensa (Felatrap), a la que se afiliaron el Círculo de Cronistas Políticos (CPP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).
Sencillo, jovial, culto, honesto y con una inteligencia práctica poco común, se granjeó la amistad de muchos periodistas y personalidades en todas las naciones, donde cumplió servicio diplomático o donde acudió a realizar labores en defensa de la libertad de expresión y de prensa.
Tuve el honor de acompañarle en tres misiones. La primera, en cumplimiento de una resolución del Congreso de Venezuela, que creó una comisión para solicitarle a la presidenta provisional de Haití, Ertha Pascal Trouillot, garantías para los periodistas que cubrirían las próximas elecciones de esa nación. Esto ocurrió tras las elecciones abortadas por el fuego militar que cobró la vida del camarógrafo dominicano Carlos Grullón. En la comisión estuvo también el diputado venezolano Oscar Yanes.
En México, Colmenares encabezó una misión de la que participamos el periodista Leo Hernández y el suscrito, promoviendo la organización de grupos de periodistas en esa nación, el país del mundo donde más periodistas han sido asesinados en los últimos treinta años.
Luego, en Chile, Colmenares organizó el primer congreso latinoamericano de periodistas celebrado en esa nación, recién iniciado el gobierno democrático de Patricio Aylwin, cuando aún el dictador Augusto Pinochet era jefe del Ejército y perseguía activamente a varios periodistas por supuestas ofensas a los militares, entre ellos a Juan Pablo Cárdenas, quien estuvo presente en el evento.
Una de las mayores aspiraciones de Colmenares fue servir como diplomático en la República Dominicana, donde ya contaba con innumerables amigos, por lo que pudo realizar, como era su costumbre, un gran trabajo a favor del fortalecimiento de las relaciones entre nuestras dos naciones.
Este extraordinario venezolano, luchador infatigable por la libertad de prensa y de expresión, deja en la viudez a su amada esposa, Maritza Asuaje, una gran mujer que, junto a él, procreó y educó a cuatro ejemplares ciudadanos: María José, Carlos Augusto, Paola y María Isabel. Pero también, la muerte de Colmenares deja un gran vacío en el corazón de todos los venezolanos, dominicanos y latinoamericanos de otras naciones que le conocimos y disfrutamos de su invaluable amistad. Hasta luego, mi querido compadre. Descanse en paz.
