El partido oficial

La República Dominicana vive un momento muy especial, en el cual todo lo que ocurre en el partido oficial interesa a todos los ciudadanos.¿Por qué? Muy sencillo, como la oposición está tan dividida, y además fragmentada, no constituye…

La República Dominicana vive un momento muy especial, en el cual todo lo que ocurre en el partido oficial interesa a todos los ciudadanos.

¿Por qué? Muy sencillo, como la oposición está tan dividida, y además fragmentada, no constituye actualmente un polo que configure una futura gobernabilidad.

Siendo así, quienes detentan el poder y las fuerzas del mismo partido que no forman parte del ejercicio directo del poder, se proyectan como los continuadores de la dirección del Estado.

Los primeros convencidos de ese parecer son los propios gobernantes y sus compañeros de partido. La oposición, si bien no puede confesarlo, porque sería estúpido si renuncia a su legítima vocación de poder, parece persuadida de que si no hay cambios significativos en los factores que caracterizan la realidad actual, esa situación se mantendrá.

Ahora bien, como la vida es dinámica, todo va a depender de lo que haga el partido gobernante. El peledeísmo está inmerso en una lucha feroz, en la que está en juego su vocación de cuerpo, claramente, la unidad interna.

Los grupos en pugna pueden creer que su fortaleza es tan importante que resistiría, si fuese necesario, hasta un desprendimiento. A partir de ese instante la percepción de partido con vocación de continuidad comenzaría a modificarse.

Un escenario como ese no decretaría la unidad de la oposición, pero podría tener la virtud de alentar un polo alternativo con capacidad de convertirse en una opción de poder, lo que pondría en riesgo la primacía peledeísta.

De modo que el proceso en desarrollo en la fuerza gobernante puede tener repercusiones imposibles de vaticinar.

Las veleidades a que expone el poder son infinitas. Estimulan todos los campos de pensamiento y especialmente la creatividad llena de riesgos.

Pero la política se fundamenta en realidades más que en quimeras. Se gobierna con los pies en la tierra, aunque el poder tiene la magia de elevar a las nubes.
La coyuntura parece única. Pero no lo es si miramos retrospectivamente hacia década de los 80, cuando un partido era gobierno y también oposición. Eso se puede repetir, con sus consecuencias…

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