La declaración del ministro Administrativo de la Presidencia de que pronto habrá un acuerdo entre patronos y sindicalistas sobre un ajuste salarial fue una buena noticia para los trabajadores. Ya era tiempo, aunque habrá que esperar cómo se conducirán las conversaciones para llegar a ese propósito. Aunque hay que ser optimistas, la historia de los ajustes salariales nunca ha sido fácil. Nada más hay que mirar hacia el año pasado, cuando a mitad del mismo debió cumplirse una parte de las negociaciones de 2013. Entonces, patronos y sindicalistas pactaron bajo la promesa de que un año después se completaría la aspiración de los asalariados.
El 2014 pasó sin que siquiera la dirección sindical se enterara, y fue este año cuando el tema se puso sobre la mesa, pero sólo a partir del momento en que los patronos plantearon su propósito de conseguir cambios favorables en el Código Laboral.
En junio se cumple el período de los dos años para revisar los salarios mínimos. ¿Debe la patronal dejar que esa cuestión se convierta en un factor de inquietud? No debe ser. Desde ya deben establecerse los mecanismos para una solución conveniente a todos en el tiempo previsto.
El Comité Nacional de Salarios (CNS) fue convocado para el 22 de este mes para tratar el tema. Los sindicalistas abogan por un ajuste de un 30% retroactivo a junio de 2014, cuando debieron cumplirse los compromisos de 2013.
Los patronos no deben hacerse esperar. Harían bien en presentar una propuesta oportuna, que muestre una actitud indicadora de que están en disposición de hacer concesiones razonables, de modo que la discusión salarial no sea un factor de tensión.
Desafortunadamente para los asalariados, el movimiento sindical es débil, con una disminuida capacidad de presión y una dirigencia cansada, que no se renueva desde hace años.
Antes de que los sindicalistas y los patronos empiecen a negociar, el gobierno, bajo el auspicioso anuncio del ministro Ramón Peralta de que pronto habrá mejoría en los sueldos, debiera dar el primer paso y decretar un aumento para todos sus servidores, especialmente para los de menos ingresos.
Una economía en crecimiento, requiere trabajadores contentos.