En Semana Santa Santo Domingo tradicionalmente adquiere una saludable y excepcional quietud. Calles y avenidas despejadas, placentero silencio, se vuelven el envidiable privilegio de quienes permanecen en la ciudad. Salvo para los residentes en las inmediaciones del Malecón, donde la alcaldía del Distrito instala las piscinas de Guibia. Desde el Jueves Santo, la música a todo volumen más allá de las 9:00 p.m.; el jolgorio y ruido generalizados, robaron el derecho a la tranquilidad de los impotentes vecinos durante todo el pasado fin de semana. Lourdes Selman, residente afectada, consideró la situación “Irrespeto a la Semana Mayor más la vergüenza de ser un desorden incentivado por autoridades”. ¡Por Dios, tiene que haber formas más civilizadas de hacer política!
Desorden
En Semana Santa Santo Domingo tradicionalmente adquiere una saludable y excepcional quietud. Calles y avenidas despejadas, placentero silencio, se vuelven el envidiable privilegio de quienes permanecen en la ciudad. Salvo para los residentes en las…