Desorden

En Semana Santa Santo Domingo tradicionalmente adquiere una saludable y excepcional quietud. Calles y avenidas despejadas, placentero silencio, se vuelven el envidiable privilegio de quienes permanecen en la ciudad. Salvo para los residentes en las…

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en el caos por la ocupación y arrabalización de aceras y áreas públicas del Gran Santo Domingo, conmueve particularmente el perjuicio contra las personas no videntes. Intentan circular por las aceras permanentemente expuestas a accidentarse. Auxilián

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Hacemos inventario: Leche del desayuno escolar sin los nutrientes necesarios. Medicamentos falsificados. Estafa en el llenado de gas propano. Bombas…

En Semana Santa Santo Domingo tradicionalmente adquiere una saludable y excepcional quietud. Calles y avenidas despejadas, placentero silencio, se vuelven el envidiable privilegio de quienes permanecen en la ciudad. Salvo para los residentes en las inmediaciones del Malecón, donde la alcaldía del Distrito instala las piscinas de Guibia. Desde el Jueves Santo, la música a todo volumen más allá de las 9:00 p.m.; el jolgorio y ruido generalizados, robaron el derecho a la tranquilidad de los impotentes vecinos durante todo el pasado fin de semana. Lourdes Selman, residente afectada, consideró la situación “Irrespeto a la Semana Mayor más la vergüenza de ser un desorden incentivado por autoridades”. ¡Por Dios, tiene que haber formas más civilizadas de hacer política! 

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en el caos por la ocupación y arrabalización de aceras y áreas públicas del Gran Santo Domingo, conmueve particularmente el perjuicio contra las personas no videntes. Intentan circular por las aceras permanentemente expuestas a accidentarse. Auxiliándose del bastón tratan de vadear los mil obstáculos en ellas: puestos de venta callejera, basura, materiales de construcción, vehículos estacionados, alcantarillas sin tapa y otros hoyos, etc. Sin más opción la mayoría de las veces, que lanzarse a la calzada, a riesgo de ser atropelladas. Muy lejos de una “ciudad posible”, la nuestra se afianza como urbe desordenada y agresiva, que roba la paz a los residentes y donde los más vulnerables, como ciegos y otros discapacitados, llevan la peor parte.

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Hacemos inventario: Leche del desayuno escolar sin los nutrientes necesarios. Medicamentos falsificados. Estafa en el llenado de gas propano. Bombas de gasolina alteradas. Pan con bromato de potasio. Salami contaminado y manufacturado con componentes no aptos para el consumo humano. Mataderos que operan sin controles sanitarios. Plantas de agua clandestinas. Comercios que venden productos vencidos. Añádanse los cobros irregulares de las Edes, la publicidad engañosa más, la especulación y solo resta orar para que el cielo conceda al abusado, burlado, explotado, resignado y desamparado consumidor dominicano, la protección que corresponde al Estado. Bendita Altagracia Paulino, que desnuda este bárbaro estado de desorden.

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