Toma de posesión canónica

INTRODUCCIÓNA) La presente reflexión la publiqué el 23 de julio del 2006 en ocasión de la asunción de la Diócesis de Mao-Montecristi, por parte de Mons. Diómedes Espinal De León, sucediendo en esa misión y responsabilidad…

INTRODUCCIÓN

A) La presente reflexión la publiqué el 23 de julio del 2006 en ocasión de la asunción de la Diócesis de Mao-Montecristi, por parte de Mons. Diómedes Espinal De León, sucediendo en esa misión y responsabilidad a Mons. Tomás Abreu.

Ahora la publico de nuevo, casi nueve años después, en la Toma de Posesión de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, 18 de abril 2015, por Mons. Freddy Bretón, precisamente sucediéndome a mí.
b) En la ceremonia de instalación de un Obispo en su Diócesis, llamada Toma de Posesión canónica (canónica: es decir según las normas de la Iglesia) , se resalta aquella afirmación de la Carta a los Hebreos 5, 4-5: “Nadie puede arrogarse este honor. Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de Sumo Sacerdote, sino que Dios le dio honor”.

Así Mons. Diómedes Espinal o Mons. Freddy Bretón no se nombraron a sí mismos Obispo o Arzobispo, sino que han sido llamados y enviados para este ministerio por Dios, a través de una cadena de sucesión ininterrumpida, que arranca de Cristo, pasa por el Apóstol Pedro y sus Sucesores los Papas hasta nuestros días. Por eso una figura clave en este rito lo fue para Mons. Diómedes el Papa Benedicto XVI y lo es ahora la persona del Papa Francisco para Mons. Freddy: estos dos Papas son el eslabón de la cadena que conecta a Mons. Diómedes y a Mons. Freddy con los Apóstoles y con Cristo.

El conjunto de verdades cristianas, afirmadas en una ceremonia como ésta, viene dado en los elementos y signos presentes en ella, los cuales queremos resaltar ahora. En ellos se da una hermosa interrelación entre el Papa, la Iglesia universal, la tradición y esta Arquidiócesis Local.

1. EL MANDATO APOSTÓLICO
El Papa Francisco es, pues, quien nombra en nuestro caso presente al Arzobispo de Santiago de los Caballeros y lo entrega a la Arquidiócesis. Por eso, se debe, antes de la Toma de Posesión, presentar, leer y conocer, su “Mandato Apostólico” o “Letras Apostólicas”, como se le llama también. Él lo comunica a través del Nuncio Apostólico, quien es su representante ante la Iglesia en la República Dominicana, como lo es también ante el Gobierno Dominicano.

2. ¿QUIÉN INSTALA?
Quien instala a un Obispo, realmente, es el Papa. Como él no puede multiplicarse indefinidamente, ha confiado esta tarea de manera tradicional al Nuncio Apostólico en el caso de los Arzobispos; y al Arzobispo Metropolitano en el de los Obispos que pertenecen a una misma Provincia Eclesiástica.

Así, pues, el Papa se hace presente también en la Toma de posesión canónica de un Arzobispo u Obispo en la persona del Nuncio o del Metropolitano, quien lo representa.

Mons. Freddy es instalado por el Nuncio Apostólico y él, a su vez, como Arzobispo Metropolitano instalará en el futuro a los Obispos de la Provincia Eclesiástica del Cibao, a saber, La Vega, Mao, San Francisco de Macorís y Puerto Plata.

3. LA CÁTEDRA
El signo visible principal de la toma de posesión de una Diócesis se da cuando el Arzobispo u Obispo es sentado en la Cátedra por el Representante del Papa y el Obispo renunciante, como señal de la sucesión inmediata.
La Cátedra es el símbolo de que el Obispo es Maestro en su Diócesis en nombre de Cristo.

El Papa Benedicto XVI explicó breve y hermosamente el significado de la Cátedra, cuando él tomó posesión como Obispo de Roma, el sábado 7 de mayo de 2005, en la Basílica lateranense. Dijo: “El Obispo de Roma (y todo Obispo) se sienta en su Cátedra para dar testimonio de Cristo. Así la Cátedra es el símbolo de la “potestas docendi”, la potestad de enseñar, parte del mandato de atar y desatar confiriendo por el Señor a Pedro y después de él, a los Doce”.

El Obispo, igual que el Papa, “no es soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley. Al contrario: el ministerio del Papa (como el de los Obispos) es garantía de la obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y a la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y alteración así como frente a todo oportunismo”.

“Así su poder no está por encima, sino al servicio de la Palabra de Dios, y tiene la responsabilidad de hacer que esta Palabra siga estando presente en su grandeza y resonando en su pureza, de modo que no la alteren los continuos cambios de las modas”.

Desde lo alto de esta Cátedra, todavía con palabras de Benedicto XVI, el Obispo debe repetir constantemente “Dominus Jesus” , “Jesús es el Señor”, como escribió San Pablo en sus cartas a los Romanos (Rm 10, a) y a los Corintios (1 Cor 12, 3).

Con toda verdad, esta celebración podría llamarse también “Toma de Posesión de la Cátedra de una Arquidiócesis o Diócesis”.

Luego, en el día fijado para ello, el Obispo instalado ya debe entrar y ser recibido de manera solemne en su Catedral, lugar que recibe su nombre precisamente de Cátedra, porque allí la tiene fijada físicamente, aunque, como ministerio, ejerce su magisterio para toda la Diócesis y como también para la Iglesia universal en comunión con el Sucesor de Pedro.

4. EL BÁCULO
Luego de sentado en la Cátedra, el Representante del Papa entrega al nuevo Arzobispo u Obispo el báculo pastoral.

El báculo es el símbolo por excelencia de que el Obispo es el Pastor diocesano propio en el territorio a él confiado; y podrá confiar a otros pastores, párrocos, sacerdotes y diáconos, como colaboradores suyos, parte de su ministerio pastoral. Es el bastón o cayado que usan los pastores para cuidar sus ovejas. Jesucristo se presenta a sí mismo como el Buen Pastor que conoce, alimenta, guía, cura, defiende y da su vida por sus ovejas.

El Obispo está puesto por el Buen Pastor para que sea presencia suya en medio de su rebaño. Le confía de modo especial el pastoreo de los suyos, que lo realizará: en la predicación de la Palabra, en la perseverancia en la oración, santificando a su pueblo con la liturgia, cuidando de su pueblo, dirigiéndolo por el camino de la salvación, en comunión con el sucesor de Pedro y sus hermanos obispos, edificando su Iglesia viva, creando unidad, siendo bondadoso y comprensivo con los pobres, inmigrantes y todos los necesitados y buscando a las ovejas dispersas (crf. Preguntas del Examen en el Ritual de Ordenación Episcopal).

Así lo expresa con fuerza el Consagrante principal al entregarle el báculo: “Recibe el báculo, signo del pastor; y cuida de toda tu grey, porque el Espíritu Santo te ha constituido Obispo, para que apacientes la Iglesia de Dios”.

El báculo está formado de tres partes que antiguamente eran interpretados simbólicamente: la curva, en la parte superior, alude a la preocupación pastoral que aparta del mal e inclina al bien; la parte media, que sirve de apoyo, indica que el Obispo debe dirigir a su pueblo; la parte inferior, que termina en punta, indica el celo pastoral que sabe animar y corregir (cfr. Eisenhofer L., Compendio de liturgia católica, Barcelona, 1956).

5. LA ACOGIDA DIOCESANA
Otro signo importante es el de la acogida diocesana, manifestada en el saludo que un grupo representativo de la Diócesis da a su nuevo Obispo: se acercan a la Cátedra y éste, con el báculo en la mano, los acoge a su vez.
El abrazo, que recibe el nuevo Obispo, es también un abrazo y un signo de acogida al Mandato Apostólico del Sucesor de Pedro, que le ha dado a la grey este Pastor diocesano.

6. PRESIDENCIA DE LA EUCARISTÍA
La celebración de instalación de un nuevo Obispo es presidida al inicio por el Nuncio, en el caso de un Arzobispo Metropolitano, es decir, por el Papa representado en él.

Una vez que ha tomado posesión, el nuevo Arzobispo u Obispo pasa a presidir la Eucaristía con autoridad propia y ese será el otro gran signo de esta ceremonia, que lo mostrará, esta vez, como el gran liturgo, sacerdote pleno y pontífice, de la Diócesis que ha asumido.

7. EL OBISPO NO REPRESENTA AL PAPA
Dato interesante: el Papa nombra al Arzobispo u Obispo y lo instala, pero éste no es representante del Papa. Desde ese momento, es Cabeza de la Iglesia diocesana a título propio, como Sucesor de los Apóstoles y miembro del Colegio Universal de Obispos, encabezado por el Sucesor de Pedro; lo pone en posesión el Nuncio, en el caso del Arzobispo Metropolitano, con el que guardará una comunión especial, pero éste no ejerce ninguna autoridad sobre él, sino sólo aquella que le confiara el Santo Padre: así el Arzobispo u Obispo diocesano, desde el punto de vista jerárquico, sólo depende del Papa y, si renunciare, es a él a quien presenta su renuncia.

CONCLUSIÓN

De todo cuanto hacemos y decimos en una ceremonia de Toma de Posesión Canónica de un Arzobispo u Obispo, toma nota acuciosa el Canciller de la Arquidiócesis o Diócesis para levantar un Acta, que conserve la memoria de este importante acontecimiento histórico. Luego será firmada por los testigos designados para ello. Yo mismo, a la manera de un Notario público o de un Canciller diocesano o de un testigo ocular:

CERTIFICO que la Toma de Posesión Canónica de un Arzobispo u Obispo de la Iglesia Católica recoge una práctica dos veces milenaria, que muestra la continuidad de la Iglesia en el tiempo y se remonta a sus mismos orígenes y raíces.

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los dieciocho (18) días del mes abril del año del Señor del dos mil quince (2015).

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