Declaración de expresidentes en Panamá: una burla siniestra

 “¿Es de extrañar que, corriendo al oír la Voz del Amo, y para no perder su parte en el festín, alguien como Hipólito Mejía, ex presidente dominicano, castigado reiteradamente en las urnas por el mismo pueblo al que hambreó durante su desgobiern

 “¿Es de extrañar que, corriendo al oír la Voz del Amo, y para no perder su parte en el festín, alguien como Hipólito Mejía, ex presidente dominicano, castigado reiteradamente en las urnas por el mismo pueblo al que hambreó durante su desgobierno, se apresure a sumarse a la jauría vende patria?.” Miguel Mejía, secretario general.

 A contrapelo de los resultados históricos de la VII Cumbre de Las Américas, recién concluida en Panamá, un puñado de ex presidentes latinoamericanos, acarreados por José María Aznar, de España, han vuelto de las sombras del olvido y debutado con una declaración contra Venezuela en lo que, a todas luces, es el estreno de un club de neoliberales  decadentes en busca de alguna migaja de publicidad y las palmaditas condescendientes del verdadero amo del circo, sabiamente oculto tras bambalinas.

En esta risible Corte de los Milagros campean los que, como el argentino De La Rúa, se vieron obligados a huir de la ira de sus pueblos, o los que, como Ricardo Martinelli, de Panamá, están acusado de graves actos de corrupción, al igual que Mireya Moscoso, su compatriota, quien por el pago de varios millones indultó al terrorista confeso de origen cubano, Luis Posada Carriles. También derelictos políticos que por falta de prestigio no pudieron concluir su mandato,  como el farsante Lucio Gutiérrez, de Ecuador; oscuros millonarios ansiosos de reciclar sus honras, como Sebastián Piñera, de Chile y Vicente Fox, de México ; vulgares mentirosos, como el propio José María Aznar, de España, obligado a renunciar por manipular información tras un acto terrorista en Madrid, y hasta un patrono de la narcopolítica colombiana, como es Álvaro Uribe, apañador de paramilitares genocidas y promotor de  la subversión contra la nación que ahora, una vez más, agrede.

¿ Es de extrañar que, corriendo al oír la Voz del Amo, y para no perder su parte en el festín, alguien como Hipólito Mejía, ex presidente dominicano, castigado reiteradamente en las urnas por el mismo pueblo al que hambreó durante su desgobierno, se apresure a sumarse a la jauría vende patria?

Hipólito Mejía aporta un toque de folclor caribeño a este aquelarre de los despechados. No más que eso. No tiene moral para presentarse en la arena internacional quien no dudó en alinear, en la ONU, el voto de la nación que vio nacer a Máximo Gómez, en raquítico apoyo al gobierno de los Estados Unidos buscando, desesperadamente, mantener el bloqueo genocida contra Cuba. Tampoco quien mandó  jóvenes dominicanos a morir y matar en la guerra genocida de Irak, no hablando ya de quien fue máximo responsable de la sistemática demolición y saqueo a los que sometió la economía nacional durante su mandato, penado por las instituciones internacionales con una calificación cercana al default.

No puede hablar a nombre de nuestro pueblo, ni representarnos, quien mejor encarna las peores tradiciones entreguistas, autoritarias e irresponsables de los caudillos dominicanos, desde la época Santana, y no se esconde para llamar Jefe a Trujillo.

Cuando Aznar convoca a sus focas amaestradas para el acto repugnante de Panamá, es porque antes recibió las órdenes pertinentes del verdadero promotor del espectáculo, el gobierno de los Estados Unidos, el mismo que previo a la Cumbre, confrontado por la unánime repulsa de los pueblos y las instituciones del Planeta, se vio obligado a reconocer que Venezuela no constituía una amenaza para su seguridad nacional, y que la política agresiva de más de medio siglo contra Cuba, había fracasado.

 De no ser porque declaraciones como esta, firmadas por fantasmones del ayer neoliberal de nuestras naciones, son armas de la guerra psicológica, cultural y mediática del gobierno de la superpotencia más poderosa de la Tierra, en su guerra implacable contra la determinación, libertad y soberanía del pueblo venezolano y, quizás, el preludio de una peligrosa escalada en la misma, moverían a risa los aspavientos seniles de quienes antes no representaron a sus pueblos, y ahora, mucho menos.

Que el imperio se vea obligado a acarrear ex presidentes desprestigiados de la región para atacar una revolución, como la bolivariana, es la mejor señal de que han perdido la capacidad de manipular a nuestros pueblos, y es por ello que saca las últimas reservas para salvar al menos la honrilla, en medio de su naufragio histórico.

Los dominicanos, en vísperas de celebrar la gloriosa gesta de la Revolución de Abril de hace medio siglo, a la que también se intentó ahogar bajo las armas de un ejército invasor y los lacayos de siempre, condena que alguien nacido en nuestro suelo se haya unido a esta iniciativa antinacional y reaccionaria, organizada por el gobierno de los Estados Unidos, pero comprende, por las lecciones de la historia, que la genuflexión no tiene patria, y si intereses.

El pueblo venezolano, el de Bolívar, Chávez y Maduro, junto al resto de los pueblos hermanos de la región seguirá, imperturbable, su marcha revolucionaria por un futuro mejor, aunque ladre esta jauría  de señorones trasnochados. 

 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas