A 50 años de la revolución de abril

Hace un año planteé que la mejor manera de conmemorar el aniversario de la gesta patriótica de Abril de 1965, es realizar una reflexión profunda de hasta qué punto las generaciones actuales han sido capaces de hacer realidad las aspiraciones…

Hace un año planteé que la mejor manera de conmemorar el aniversario de la gesta patriótica de Abril de 1965, es realizar una reflexión profunda de hasta qué punto las generaciones actuales han sido capaces de hacer realidad las aspiraciones que motivaron la lucha de los y las jóvenes revolucionarios. Señalé en esa ocasión que el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, frustró los anhelos del pueblo de constituir un régimen democrático en el que se reconocieran no solo los derechos civiles y políticos de los dominicanos, sino además, sus derechos sociales y económicos. La Constitución aprobada durante el gobierno de Bosch significó un gran avance a este respecto.

A principios de la década del 60, caída la dictadura, se vivía en un contexto muy complejo que impedía que la sociedad dominicana y sus élites, estuvieran preparadas para tales avances democráticos. Luego del golpe, la reposición del gobierno constitucional del 63 fue la consigna levantada por militares democráticos, diversos grupos políticos y el pueblo. Después de meses de gestación, el 24 de abril de 1965 estalló la revolución en procura de la vuelta a la constitucionalidad. Esto casi se logra de no haber sido por la invasión norteamericana que significó, al decir del historiador P. Gleijeses, un desgarramiento de la esperanza del pueblo dominicano. Como parte de la guerra fría y del temor al comunismo, se malogró la aspiración democrática del pueblo dominicano.

A 50 años de aquel abril, aún resulta difícil restaurar esa esperanza; ya no por la imposición de gobiernos extranjeros, sino por la incapacidad del liderazgo político de conectar con las grandes demandas sociales y políticas de los revolucionarios constitucionalistas. Con la vuelta a la constitucionalidad, se aspiraba a la consolidación de una democracia con contenido, en la que además del respeto a la libertad del voto, se garantizara el pleno ejercicio de los derechos fundamentales de las dominicanas y los dominicanos.

Después de varios gobiernos de partidos democráticos-liberales a partir de 1978, se han conseguido ciertos avances en materia de derechos civiles y de acceso al poder a través de elecciones periódicas. Sin embargo, aún persiste una democracia a medias, con una profunda herencia autoritaria. Se tiene el gran desafío de promover entre la ciudadanía y los políticos, auténticos valores democráticos que ayuden a transformar la cultura clientelar y caudillista que aún predomina en el país. Junto a esto, afianzar la institucionalidad y constituir una sociedad con mayores niveles de equidad, son retos que nos convocan en este abril contemporáneo.

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