Los 50 años de la Revolución de Abril

Este 24 de abril se conmemora el 50 aniversario del estallido de la insurrección popular de 1965, uno los acontecimientos históricos de mayor importancia y significación en la historia política moderna de la República Dominicana. Este hecho es…

Este 24 de abril se conmemora el 50 aniversario del estallido de la insurrección popular de 1965, uno los acontecimientos históricos de mayor importancia y significación en la historia política moderna de la República Dominicana. Este hecho es el resultado directo de la violación de las libertades y el derecho del pueblo dominicano de darse su propio camino. El golpe de Estado en contra del gobierno del profesor Juan Bosch, en septiembre de 1963, es la causa principal que llevó al estallido de la revolución. Con ese golpe, perpetrado por los sectores más conservadores de la sociedad dominicana, se destruía la posibilidad de que nuestro pueblo caminara con orgullo y dignidad por un sendero democrático, lleno de libertades y de progreso, después de la pesadilla de los 31 largos años de la tiranía trujillista.

El profesor Juan Bosch y su gobierno eran, en ese entonces, un respiro democrático y un despertar de esperanzas para la población. Su derrocamiento abrió el camino del enfrentamiento y de la guerra, primero entre hermanos dominicanos, y luego una guerra patria para enfrentar la segunda intervención militar norteamericana del siglo XX. En este 50 aniversario de esa epopeya popular y patriótica, es necesario destacar las principales lecciones y enseñanzas que se pueden extraer donde el pueblo dominicano demostró por nueva vez que “si fuere mil veces esclavo, otras tantas ser libre sabrá”.

La primera gran enseñanza de la Revolución de Abril es que nuestro pueblo siempre está dispuesto a defender “a golpes de heroísmo”, su derecho a la libertad y a la autodeterminación. Son muchas las anécdotas de los hombres y mujeres del pueblo que, llenos de una profunda fe en su patria, se entregaron y lucharon con valentía y heroísmo por el rescate de la institucionalidad perdida y en contra de las tropas interventoras que mancillaron la soberanía nacional.
La segunda gran enseñanza es que cada proceso genera sus líderes, a veces de manera sorprendente. Los coroneles Rafael Tomás Fernández Domínguez y Francisco Alberto Caamaño Deñó, dos de los principales líderes militares de la gesta de abril, eran ambos, hijos de dos oficiales trujillistas, se habían formado al amparo de la dictadura, pero su contacto con las masas y su visión progresista de los acontecimientos, los llevaron a actuar a favor de su pueblo y alcanzar la dimensión de héroes nacionales.

La tercera gran enseñanza es, que cuando el amor a la patria llena los corazones de un pueblo y la razón histórica está de su lado, no existe fuerza en el mundo que pueda vencer a ese pueblo que “ha dicho basta y ha echado a andar”. El pueblo dominicano, sin muchas armas, ni muchos pertrechos, ni gran logística moderna, pero con una profunda fe en su causa y con miles de hombres y mujeres dispuestos a todo, frenó por varios meses al ejército interventor norteamericano, uno de los más poderosos y abusivos de la tierra, y aunque no lo derrotó, por lo menos le obligó a pactar.

Abril de 1965 es un referente de la dimensión patriótica de los dominicanos. Es un camino a seguir, ajustado a las nuevas realidades. Es un compromiso para nunca permitir que los malos dominicanos dirijan nuestra patria y mucho menos que invasores extranjeros quieran imponer sus designios. Abril de 1965 es un referente, es un modelo, es una guía para siempre amar a nuestra patria y defenderla. Y para construir, llenos de fe, un futuro donde el respeto y el amor por los demás sea una norma y un ejemplo para todos.

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