La feria nos espera

Muchos crecimos entre libros de José Santos Chocano, Mario Vargas Llosa, César Vallejo y el Inca Garcilaso de la Vega.

Muchos crecimos entre libros de José Santos Chocano, Mario Vargas Llosa, César Vallejo y el Inca Garcilaso de la Vega. Quizás fue nuestro primer encuentro con el gran Perú codiciado por Núñez de Balboa, habitado por gente noble y trabajadora, de interminables valles, de una riqueza natural extraordinaria, de una gastronomía sin par en el mundo.

A esa hermana nación del Sur le dedicamos la XVIII Feria Internacional del Libro, del 23 de abril al 4 de mayo en la Plaza de la Cultura “Juan Pablo Duarte” de Santo Domingo. Y una estrella de la literatura dominicana es el centro de los homenajes: don Manuel Rueda. Me fascinó el eslogan: ¡Leer te reinventa! El del año pasado también fue genial: Leer es nacer.

Visité la feria. Muy buena organización. Múltiples actividades culturales y artísticas para todos los gustos y edades. Una apreciable seguridad, por lo que podemos recorrerla con tranquilidad. Y, lo más importante, decenas de casetas con libros a buen precio, donde podemos encontrar baratas ediciones de bolsillos de los grandes de la literatura, obras completas de los mejores autores dominicanos, libros variados de prácticamente todos los temas de interés para el ser humano.

El que tenga oportunidad que asista con su familia y amigos, que disfrute un ambiente donde se respira arte, cultura y conocimiento. Será una experiencia inolvidable.

Cada Feria del Libro me recuerda al padre Ramón Dubert, quien fue un lector empedernido. Devoraba uno o dos libros por semana. Nos aconsejaba que amáramos la lectura, que ella nos hacía libres, con capacidad para tomar decisiones conscientes, sin las cadenas que nos impone la ignorancia.

Aprendí de ese gran sacerdote que la lectura debe ser una fuente enriquecedora de nuestra condición humana y trascendente. Sobre el tema su frase preferida era: “Uno es lo que lee”. La repetía sin cesar, como un terrenal mandamiento.
De los primeros autores que me sugirió fue a Unamuno, a quien encontré en mi adolescencia con una sentencia de esas que tienen la autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada: “Cuando menos se lee, más daño hace lo que se lee”.

Ahí comprendí que la lectura era un excelente medio para evitar las manipulaciones y la falsedad, porque sólo el conocimiento nos hace pensar con luz propia, ver más allá de las apariencias y forjar un camino que resalte nuestra autenticidad.

Es más, hay casos en que hasta un libro olvidado, una pequeña historia, un artículo escondido, un pensamiento ligero o un refrán rescatado por la memoria, marcan para siempre nuestras vidas y, en consecuencia, nuestras conductas.
Y mientras tanto, todos con ánimo a visitar la Feria Internacional del Libro. Aprovechemos lo que tiene.

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