Matar a un hombre

Hace unos 20 años que este tipo de cine viene ganando festivales y público, asimismo influye como modelo estético en el cine latinoamericano, donde ya comienzan a surgir buenas películas como “Matar un hombre”. El modelo incluye cámara en…

Hace unos 20 años que este tipo de cine viene ganando festivales y público, asimismo influye como modelo estético en el cine latinoamericano, donde ya comienzan a surgir buenas películas como “Matar un hombre”. El modelo incluye cámara en la mano que acompaña la agitación constante del personaje central en el desarrollo de la historia. Por lo tanto, este modelo no es innovador aunque sí se empieza a descubrir narrativas con amplio potencial para conquistar públicos. Es un cine de bajo costo cimentado en narrativa desnuda y espontánea, sin complicar con subtramas y construidas como se construye un cuento literario. Eso sí, hay un fuerte componente visual fundamentado en la mise-en-scéne, es decir que es un ritual impuesto por la dirección donde todos los elementos de la escena van dirigidos a causar un fuerte impacto emocional presentando cada secuencia en un punto donde el final de esa secuencia desnuda una parte de la trama cerrando bien cada secuencia, todo en perfil ascendente. Este patrón es mitológico en la literatura y consecuentemente en los mejores guiones, sobre todo cuando la misma historia no tiene un conflicto trascendental, pues en este filme es la misma añeja historia de venganza que tan buenos resultados da.

Uno de los mejores momentos cinematográficos en un plano secuencia de alrededor de 9 minutos. Como buena herramienta, esos largos planos tienden a enganchar con un suspense bien construido sobre el fondo social en que se desarrolla la historia de confrontación entre el bien y el mal, pero sin heroicidad en el bueno de la película. En ese sentido, el personaje central, y en general el filme, no aborda conflictos morales, apenas todas sus acciones son automáticas en una trama de acción-reacción bordeando mucho lo que se emplea como cliché. Este tipo de filmes suele demorar el final con sobriedad en su discurrir inicial y medio, precisamente para dar un fuerte golpe al telespectador minutos antes de acabar historia y trama. Es un tipo de cine que no tutela aspectos ideológicos sino que se aferra a la reflexión ideológica sobre la viabilidad o no del ojo por ojo en la espiral de violencia sistematizada que padecemos. Por tanto, es una excelente estrategia presentarnos un filme basado en hechos reales donde no existe planteamiento moral o ético, sino un comportamiento físico, biológico, fuertemente reflexivo. 

HH dirección: Alejandro Fernández. Duración: 82 minutos

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