Las plantaciones en el Caribe y su impacto en todos los ámbitos (4)

Todo aquel que es blanco finoJamás se fija en blancura,Y el que no es de sangre puraPor ser blanco pierde el tino.Si hay baile en algún CASINOAlguno siempre se queja,Pues a la blanca aconsejaQue no baile…

Todo aquel que es blanco fino
Jamás se fija en blancura,
Y el que no es de sangre pura
Por ser blanco pierde el tino.
Si hay baile en algún CASINO
Alguno siempre se queja,
Pues a la blanca aconseja
Que no baile con negrillo,
Teniendo aunque es amarillo,
“El negro tras de la oreja”.
El blanco que tuvo abuela
Tan prieta como el carbón,
Nunca de ella hace mención
Aunque le peguen candela.
Y a la tía Doña Habichuela,
Como que era blanca vieja
De mentarla nunca deja;
Para dar a comprender,
Que nunca puede tener
“El negro tras de la oreja”
Juan Antonio Alix

Continuamos desarrollando el tema de las plantaciones en el Caribe, y continuamos también presentando las ideas que en torno al tema tiene el dominicano Pablo Maríñez, hoy destacado diplomático.

La Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, en junio de 1995, publicó la obra “América Negra. Expedición humana. A la zaga de la América oculta”, en el que se recogen interesantes ensayos de intelectuales del continente latinoamericano. En este trabajo apareció un ensayo de Pablo Maríñez titulado “Historia y economía de plantación en el Caribe. Su expresión literaria.” Sobre este corto e interesante ensayo trabajaremos en esta entrega.

En el ensayo hace un balance intelectual de los que han dedicado tiempo y esfuerzo a estudiar la economía de plantación, en el que reconoce que la historiografía propiamente de los caribeños es tardía. Esto se explica, dice, porque:

Para que dicha producción sugiera se requería del desarrollo de las identidades nacionales, subregionales y regional, así como de ciertas herramientas teóricas y metodológicas, además de la materia primera o fuente documental, depositada, en su mayor parte, en los archivos y bibliotecas de las diferentes metrópolis europeas.

Pero más tardío resultó, sigue afirmando, el estudio de la historia económica caribeña, muy particularmente el tema de la plantación, a pesar de que fue esta economía la que constituyó la mayor fuente de riqueza en toda la región, articulando, además, los procesos sociales y culturales de los diferentes países del Caribe, a tal punto, que es considerada como el elemento más claro de identidad y unidad, que se expresa en el clamor expresado a través de cánticos populares, poemas y otras expresiones artísticas:

Esta economía de plantación, tanto azucarera, la cafetalera, como la bananera, ha tenido, en cambio, una significativa expresión literaria, sobre todo en la narrativa que en no pocas ocasiones ha precedido en el tiempo a los estudios historiográficos. Estos, a su vez, no han logrado a partir de sus análisis igualar, mucho menos superar, la capacidad de recreación del mundo cotidiano de desarrollado por dichas economías, particularmente las haciendas e ingenios o centrales azucareros.

Afirma que existe un nexo muy estrecho entre el discurso historiográfico y el literario, en el que a veces se produce una especie de interesante competencia, de la que sale gananciosa la literatura, pues tiene mayor libertad creativa y es más difundida. Señala que la historiografía caribeña ha vivido tres etapas:
La primera que abarca desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII. Se caracteriza por una visión eurocentrista, porque fue escrita por los propios colonizadores.
La segunda etapa comenzó a mediados del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en la cual se desarrolla una producción historiográfica propiamente caribeña. Tres acontecimientos claves tuvieron lugar: la crisis azucarera, la revolución haitiana y el cimarronaje de los esclavos. De estos acontecimientos nació un nuevo discurso historiográfico que expresaba las contradicciones y luchas libradas entre amos y esclavos, y entre las potencias europeas. Dos personajes importantes resaltan: Antonio Sánchez Valverde y Moreau de Sain-Mery.
La tercera etapa de la historiografía del Caribe se inició a mediados del siglo XIX y se prolongó hasta bien entrado el siglo XX:

Sería a partir de este período que la historia del Caribe comenzaría a ser escrita a partir de los propios intereses de la región, en un momento donde las identidades nacionales y subregionales estaban en proceso de cristalización. En este contexto, la lucha anticolonialista y nacionalista ocuparía un lugar destacado…Precisamente serían los principales líderes y luchadores anticolonialistas como José Martí, Eugenio María de Hostos, Emeterio Betances, Marcus Garvey, Anton de Kom, Máximo Gómez, Gregorio Luperón, entre otros, quienes legarían las mejores páginas del acontecer político y social de la época…
Un elemento importante que destaca el autor es que a partir de la segunda mitad del siglo XX se escribieron las primeras historias caribeñas. Una de las pioneras fue la de German Arciniegas con su “Biografía del Caribe”, publicada a mediados de los 40. El trabajo de Juan Bosch, “De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera imperial” y el libro de Eric Williams, casi con el mismo nombre “From Colombus to Castro: a history of the Caribbean, 1492-1969” fueron dos obras fundamentales, pues ambos fueron escritos por dos caribeños.

El primero, Bosch, definía la historia del Caribe “como la historia de la lucha de los imperios unos contra los otros”. El segundo enfatizaba más el tema de las plantaciones azucareras. Pero ambos libros, con visiones distintas aportaron, y aportan todavía, para los estudiosos que deseen seguir escribiendo sobre el Caribe.

Maríñez también aborda los trabajos que sobre el tema de las plantaciones han sido publicados, pero afirma que no es abundante y comenzó relativamente tarde. Estas son sus palabras:

Aunque existen diversos estudios de casos sobre economía de plantación desde finales del siglo pasado, en realidad las investigaciones historiográficas sobre dicha problemática delatan un considerable retraso en el Caribe. Cuando se desarrolla la moderna historiografía económica de la región, ya los países que habían experimentado un temprano auge azucarero, desde mediados del siglo XVII hasta finales del XVIII, como son Barbados, Jamaica y Haití, la producción azucarera tenía muy poca importancia. Los países de un tardío auge azucarero, en cambio, a finales del pasado siglo e inicios del presente (se refiere al siglo XX-MAS), estaban experimentando el impacto causado por la expansión azucarera, con todas sus implicaciones económicas y sociales.

Afirma que Cuba es sin duda alguna, el que experimentó no solo el mayor desarrollo azucarero, sino también el país con la mayor producción intelectual en la materia, destacándose el valioso trabajo de investigación de Manuel Moreno Fraginals, “El Ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar”, publicado en los 70. Después señala algunos de los trabajos publicados en República Dominicana, destacando el de Frank Báez Evertsz, “Azúcar y dependencia en República Dominicana” que se dio a conocer a finales del año 1978. En el caso de Puerto Rico se han realizado, dice, estudios historiográficos de plantaciones. Se destacan los historiadores Andrés Ramos Mattei, Fernando Picó y Luis Edgardo Díaz, quienes hicieron sus aportes en los 80.

Lamentando que el tiempo se agotó. La lección de este recuento es que todavía la historia de las plantaciones azucareras, cafetaleras y bananeras sigue siendo un campo virgen que debe seguir siendo estudiada. Hasta la próxima.

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