Desengañada

A propósito de lamentos de la sociedad civil con la “ley de partidos” recientemente sancionada en la Cámara Baja, quizá peca de iluso quien se hace expectativas en cuanto a que nuestros legisladores adopten leyes orientadas a efectivamente…

A propósito de lamentos de la sociedad civil con la “ley de partidos” recientemente sancionada en la Cámara Baja, quizá peca de iluso quien se hace expectativas en cuanto a que nuestros legisladores adopten leyes orientadas a efectivamente racionalizar la política o los partidos, dizque en nombre de la democracia, cuando en realidad a más débil ésta, más beneficiados los políticos aquí. Los legisladores de turno nunca van a poner su poder y autonomía al servicio de “afilar cuchillo para su propia garganta”. Guardarán apariencias pero se las arreglarán para actuar siempre fieles a su naturaleza, una en la que caben más las ambiciones particulares que el desprendimiento y la responsabilidad institucional. ¿Para qué llamarnos a engaño? 

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