Comunicación y democracia

El pasado 3 de mayo se conmemoró el Día Mundial de la Libertad de Prensa, proclamado en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El pasado 3 de mayo se conmemoró el Día Mundial de la Libertad de Prensa, proclamado en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En tal sentido, como parte de la XVIII Feria Internacional del Libro, se realizó un conversatorio sobre los retos de la comunicación, organizado por el Ministerio de Cultura y la Dirección General de la Feria del Libro, en el cual tuve el honor de participar. Este debate tiene gran trascendencia, pues como se plantea en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de una prensa independiente, pluralista y libre son indispensables para la democracia, así como para el desarrollo económico.

Muchos reconocen la estrecha relación entre gobernabilidad democrática y medios de comunicación. Esto se da por tres razones fundamentales. En primer lugar porque la democracia, definida como poliarquía desde la perspectiva del politólogo estadounidense Robert Dahl, integra como parte de sus atributos la libertad de expresión y el acceso a fuentes alternativas de información. Estos requisitos son considerados en el mismo plano que el de elecciones libres y justas, entre otras de las condiciones que debe cumplir un régimen político para ser considerado democrático.

Comunicación y democracia van de la mano además, porque la primera contribuye a definir y redefinir las relaciones de poder en una sociedad. Como establece Manuel Castell en su libro “Comunicación y poder”, el poder se basa en el control de la comunicación y la información. Basta recordar que un régimen autoritario en su estrategia de afianzar su dominación, recurre tanto a la represión política para someter a los ciudadanos, como al control de los medios en busca de “moldear la mente” de la gente, para lograr su consentimiento e infundir miedo y resignación que termine paralizando la movilización popular. La construcción de poder desde sectores tradicionalmente excluido, hará de esta una sociedad más democrática. Para ello hay que tener en cuenta el tema de la comunicación.

Por último, la libertad de prensa ayuda a mejorar la calidad de la democracia, no solo vista como régimen político, sino además en su dimensión social. El reconocimiento formal de dos derechos fundamentales en las últimas décadas, contribuye en esta dirección. Nos referimos al de la libertad de opinión y expresión y al derecho de libre acceso a la información. Estos se constituyen en herramientas esenciales para mejorar la calidad de la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos y para promover y proteger otros derechos humanos, sin olvidar que son muy importantes en la lucha contra la corrupción y la impunidad.

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