El recuerdo de una pareja italiana

El fallecimiento a comienzos de septiembre de 2008 de la señora Dirce Strozzi de Cavagliano pasó desapercibido para la prensa, lo cual fue una muestra elocuente del rasgo de indiferencia característico de la memoria nacional. Lo cierto es que no…

El fallecimiento a comienzos de septiembre de 2008 de la señora Dirce Strozzi de Cavagliano pasó desapercibido para la prensa, lo cual fue una muestra elocuente del rasgo de indiferencia característico de la memoria nacional. Lo cierto es que no hay dinero ni forma alguna de pagarle nunca los valiosos servicios que ella y su esposo Mario, fallecido en el 2003, le brindaron al país en momentos muy inciertos de su historia.

A comienzos de junio de 1961, siendo funcionarios consulares de Italia, acogieron en su residencia al hoy mayor general Antonio Imbert Barreras, salvándolo así de la cruenta persecución que los organismos de seguridad de la tiranía desataron contra los autores del asesinato de Trujillo. Los esposos Cavagliano no conocían a Imbert y al darle refugio ponían en riesgo no sólo su seguridad, sino también la de sus hijos, Gianni y Liliana. Esta última redactó a máquina un relato que Imbert le dictó de cómo habían dado muerte al tirano. El escrito fue entregado semanas después a Armando D´Alessandro, quien había sido detenido en las investigaciones del complot contra Trujillo.

Un par de años antes, la familia Cavagliano había refugiado en su residencia a Guido (Yuyo), hermano de Armando, para librarlo de la cárcel y arriesgándolo todo lograron sacarlo del país en un barco turístico italiano de visita en el puerto de la ciudad. En otros momentos difíciles, esa noble familia italiana, que había combatido el fascismo en su país, abrió las puertas de su casa para proteger de la persecución política de aquellas épocas a otros dos grandes luchadores de la libertad dominicana Manolo Tavárez y José Francisco Peña Gómez. Los descendientes de Mario y Dirce son notables profesionales y ejemplares ciudadanos dominicanos. La nación le debe un reconocimiento a esa familia generosa. Por lo menos una calle importante de la ciudad debería llamarse familia Cavagliano.

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